Bulletin Insert: Week 3: Reflections on the Resurrection – May 8, 2022

During the Easter season, Sermons That Work is pleased to present reflections from bishops of The Episcopal Church on the resurrection of our Lord. Check back each week for a brief exploration of how Jesus Christ’s rising from the grave changes everything. To listen to this reflection, scan the QR code on this page and subscribe to the Sermons That Work podcast.

Jesus said to Thomas, “Put your finger here and see my hands. Reach out your hand and put it in my side. Do not doubt but believe” (John 20:27).

Jesus’ hands, feet, and side remain wounded as he appears to his first followers after his resurrection. He has risen from the dead yet remains wounded. What is the Holy Trinity telling us with this not insignificant detail? This is Jesus, after all, who made lepers clean, gave hearing to a man born deaf, and sight to one born blind. Jesus fed the multitudes, walked on water, calmed the storm, and raised the dead. Jesus healed the centurion’s servant without even stepping foot in his yard. Jesus, who in so many ways showed that his power was unlimited, does not heal himself.

Jesus comes back still bearing humanity’s marks on his flesh. If Jesus rose healed over, nice and neat, we could be tempted to see the cross as less signficant. We could decide that suffering, particularly suffering and sacrifice for others, holds no meaning for us. Instead, we see how far the compassion of the Holy Trinity extends. Compassion means “suffering with.” Jesus had compassion for Thomas whose doubts had overtaken his faith. Jesus offers Thomas the proof the disciple needs to understand that, though Jesus died, he has truly risen from the grave.

For me, the most astounding part of these wounds is that it reveals Jesus as vulnerable. The literal meaning of vulnerable is “able to be wounded.” God the Son was fully human as well as fully divine, and so able to be wounded. He was wounded by humans for the sake of humanity. This matters to our day-to-day lives, as we are called to live our bodily, daily existence, transformed by the Christ who is present with us in our suffering and loss. Jesus, who felt the pain of what humans did to him, knows suffering. Jesus, who experienced abandonment on the cross, knows that pain – and yet will never abandon you.

To love is to make oneself vulnerable. Jesus’ vulnerability shows the depths of God’s love for all humanity. The Holy Trinity could have remained outside of creation as a righteous judge. Instead, God entered the creation in the person of Jesus of Nazareth. A necessary part of being one of us is emotional and physical vulnerability. People could and did reject him and put him to death. Yet Jesus did not give up on loving us, even when the cost of that love was death on a cross.

Whatever you are facing, you have alongside and within you a loving God who understands fully. Ask Jesus to touch your wounded life with his hands that still bear the marks of what we humans did and yet remain open, reaching out with love and healing.

This reflection, titled “Touch My Hands and Side”, was written by the Rt. Rev. Frank Logue. Logue is the bishop of the Diocese of Georgia. He previously served as the church planter for King of Peace Episcopal Church in Kingsland, Georgia, and as canon to the ordinary of the diocese he now serves as bishop.

8 de mayo de 2022 – Pascua 4 (C)
Semana 3: Reflexiones sobre la Resurrección

Durante el tiempo de Pascua, Sermones que iluminan se complace en presentar las reflexiones de obispos de la Iglesia Episcopal sobre la resurrección de nuestro Señor. Revise cada semana para una breve exploración de cómo la resurrección de Jesucristo de la tumba lo cambia todo.

Jesús le dijo a Tomás: “Pon aquí tu dedo y mira mis manos. Extiende tu mano y ponla en mi costado. No duden, sino crean” (Juan 20:27).

Las manos, los pies y el costado de Jesús permanecen heridos cuando se aparece a sus primeros seguidores después de su resurrección. Ha resucitado de entre los muertos, pero permanece herido. ¿Qué nos dice la Santísima Trinidad con este nada despreciable detalle? Este es Jesús, después de todo, quien limpió a los leprosos, dio oído a un sordo de nacimiento y vista a un ciego de nacimiento. Jesús alimentó a las multitudes, caminó sobre el agua, calmó la tormenta y resucitó a los muertos. Jesús sanó al sirviente del centurión sin siquiera poner un pie en su patio. Jesús, que de tantas maneras demostró que su poder era ilimitado, no se cura a sí mismo

Jesús regresa aún con las marcas de la humanidad en su carne. Si Jesús resucitó curado, hermoso y limpio, podríamos estar tentados a ver la cruz como menos significativa. Podríamos decidir que el sufrimiento, particularmente el sufrimiento y el sacrificio por los demás, no tiene ningún significado para nosotros. En cambio, vemos hasta dónde se extiende la compasión de la Santísima Trinidad. Compasión significa “sufrir con”. Jesús tuvo compasión de Tomás, cuyas dudas se habían apoderado de su fe. Jesús le ofrece a Tomás la prueba que el discípulo necesita para comprender que, aunque Jesús murió, verdaderamente resucitó de la tumba.

Para mí, la parte más asombrosa de estas heridas es que revela a Jesús como vulnerable. El significado literal de vulnerable es ser “capaz de ser herido”. Dios el Hijo era completamente humano, así como también completamente divino, y por lo tanto capaz de ser herido. Fue herido por humanos por el bien de la humanidad. Esto es importante para nuestra vida cotidiana, ya que estamos llamados a vivir nuestra existencia corporal diaria, transformados por Cristo que está presente con nosotros en nuestro sufrimiento y pérdida. Jesús, que sintió el dolor de lo que le hicieron los humanos, conoce el sufrimiento. Jesús, que experimentó el abandono en la cruz, conoce ese dolor y, sin embargo, nunca te abandonará.

Amar es hacerse vulnerable. La vulnerabilidad de Jesús muestra la profundidad del amor de Dios por toda la humanidad. La Santísima Trinidad pudo haber permanecido fuera de la creación como un juez justo. En cambio, Dios entró en la creación en la persona de Jesús de Nazaret. Una parte necesaria de ser uno de nosotros es la vulnerabilidad física y emocional. La gente podía y lo rechazó y lo mató. Sin embargo, Jesús no renunció a amarnos, incluso cuando el costo de ese amor fue la muerte en una cruz.

Sea lo que sea a lo que se esté enfrentando, tiene a su lado y dentro de usted a un Dios amoroso que comprende completamente. Pídale a Jesús que le toque a usted su vida herida con sus manos que todavía tienen las marcas de lo que hicimos los humanos y, sin embargo, permanecen abiertas hacia nosotros con amor y sanación.

Esta reflexión, titulada “Toca mis manos y costado”, fue escrita por el Rvdmo. Frank Logue. Logue es el obispo de la Diócesis de Georgia. Anteriormente se desempeñó como plantador de iglesias en la Iglesia Episcopal Rey de la Paz en Kingsland, Georgia, y como canónigo del ordinario de la diócesis en la que ahora se desempeña como obispo.

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