Calendario Litúrgico

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Lunes de Semana Santa

La Colecta:

Dios todopoderoso, cuyo muy amado Hijo no ascendió al gozo de tu presencia sin antes padecer, ni entró en gloria sin antes ser crucificado: Concédenos, por tu misericordia, que nosotros, caminando por la vía de la cruz, encontremos que ésta es la vía de la vida y de la paz; por Jesucristo tu Hijo nuestro Señor, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, por los siglos de los siglos.  Amén.

El Antiguo Testamento: Isaías 42:1-9

1 «Aquí está mi siervo, a quien sostengo,
mi elegido, en quien me deleito.
He puesto en él mi espíritu
para que traiga la justicia a todas las naciones.
2 No gritará, no levantará la voz,
no hará oír su voz en las calles,
3 no acabará de romper la caña quebrada
ni apagará la mecha que arde débilmente.
Verdaderamente traerá la justicia.
4 No descansará ni su ánimo se quebrará,
hasta que establezca la justicia en la tierra.
Los países del mar estarán atentos a sus enseñanzas.»

5 Dios, el Señor, que creó el cielo y lo extendió,
que formó la tierra y lo que crece en ella,
que da vida y aliento a los hombres que la habitan,
dice a su siervo:
6 «Yo, el Señor, te llamé
y te tomé por la mano,
para que seas instrumento de salvación;
yo te formé, pues quiero que seas
señal de mi alianza con el pueblo,
luz de las naciones.
7 Quiero que des vista a los ciegos
y saques a los presos de la cárcel,
del calabozo donde viven en la oscuridad.
8 Yo soy el Señor, ése es mi nombre,
y no permitiré que den mi gloria a ningún otro
ni que honren a los ídolos en vez de a mí.
9 Miren cómo se cumplió todo lo que antes anuncié,
y ahora voy a anunciar cosas nuevas;
se las hago saber a ustedes antes que aparezcan.»

Salmo: 36:5-11

  5     Oh Señor, hasta los cielos llega tu amor; *
              tu fidelidad alcanza hasta las nubes.
  6     Tu benevolencia es como las montañas más altas,
         tu providencia, como el abismo grande; *
             tú salvas, oh Señor, tanto a los humanos como a las bestias.
  7     ¡Cuán precioso es tu amor! *
              Mortales e inmortales se acogen bajo la sombra de tus alas.
  8     Festejan la abundancia de tu casa; *
              los abrevarás del torrente de tus delicias;
  9     Porque contigo está el manantial de la vida, *
              y en tu luz vemos la luz.
10     Extiende tu bondad a los que te conocen, *
             y tu favor a los rectos de corazón.
11     Que no me pisotee el pie del soberbio, *
             ni me eche al lado la mano del malvado.

El Nuevo Testamento: Hebreos 9:11-15

11 Pero Cristo ya vino, y ahora él es el Sumo sacerdote de los bienes definitivos. El santuario donde él actúa como sacerdote es mejor y más perfecto, y no ha sido hecho por los hombres; es decir, no es de esta creación. 12 Cristo ha entrado en el santuario, ya no para ofrecer la sangre de chivos y becerros, sino su propia sangre; ha entrado una sola vez y para siempre, y ha obtenido para nosotros la liberación eterna. 13 Es verdad que la sangre de los toros y chivos, y las cenizas de la becerra que se quema en el altar, las cuales son rociadas sobre los que están impuros, tienen poder para consagrarlos y purificarlos por fuera. 14 Pero si esto es así, ¡cuánto más poder tendrá la sangre de Cristo! Pues por medio del Espíritu eterno, Cristo se ofreció a sí mismo a Dios como sacrificio sin mancha, y su sangre limpia nuestra conciencia de las obras que llevan a la muerte, para que podamos servir al Dios viviente.

15 Por eso, Jesucristo es mediador de una nueva alianza y un nuevo testamento, pues con su muerte libra a los hombres de los pecados cometidos bajo la primera alianza, y hace posible que los que Dios ha llamado reciban la herencia eterna que él les ha prometido. 

El Evangelio: Juan 12:1-11

1 Seis días antes de la Pascua, Jesús fue a Betania, donde vivía Lázaro, a quien él había resucitado. 2 Allí hicieron una cena en honor de Jesús; Marta servía, y Lázaro era uno de los que estaban a la mesa comiendo con él. 3 María trajo unos trescientos gramos de perfume de nardo puro, muy caro, y perfumó los pies de Jesús; luego se los secó con sus cabellos. Y toda la casa se llenó del aroma del perfume. 4 Entonces Judas Iscariote, que era aquel de los discípulos que iba a traicionar a Jesús, dijo: 5 —¿Por qué no se ha vendido este perfume por el equivalente al salario de trescientos días, para ayudar a los pobres?

6 Pero Judas no dijo esto porque le importaran los pobres, sino porque era ladrón, y como tenía a su cargo la bolsa del dinero, robaba de lo que echaban en ella. 7 Jesús le dijo: —Déjala, pues lo estaba guardando para el día de mi entierro. 8 A los pobres siempre los tendrán entre ustedes, pero a mí no siempre me tendrán.

9 Muchos de los judíos se enteraron de que Jesús estaba en Betania, y fueron allá, no sólo para ver a Jesús sino también a Lázaro, a quien Jesús había resucitado. 10 Entonces los jefes de los sacerdotes decidieron matar también a Lázaro, 11 porque por causa suya muchos judíos se estaban separando de ellos para creer en Jesús.

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Las lecturas del Antiguo Testamento, el Nuevo Testamento y los Evangelios provienen de la Biblia Nueva Versión Estándar Revisada: Edición Anglicana, copyright 1989, 1995, División de Educación Cristiana del Consejo Nacional de las Iglesias de Cristo en los Estados Unidos de América. Usado con permiso. Todos los derechos reservados.

Las Colectas, Salmos y Cánticos son del Libro de Oración Común, 1979.

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