Sermones que Iluminan

Pentecostés 10 (C) – 17 de agosto de 2025

August 17, 2025

LCR: Jeremías 23:23–29, Salmo 82, Hebreos 11:29–12:2, San Lucas 12:49–56

“¿Cómo es que no saben interpretar el tiempo en que viven?”

El Evangelio de hoy demanda una lectura detenida, un estudio profundo acerca del contexto en que Jesús dice palabras que parecen duras e imposibles de explicar. Sin embargo, cada palabra contiene un mensaje increíblemente actualizable. Lo que Jesús dijo a sus discípulos hace más de 2000 años tiene vigencia hoy en día. Jesús nos pregunta: “¿Cómo es que no saben interpretar el tiempo en que viven?”.

Alguien dijo recientemente: “lo opuesto al amor es la indiferencia”. Hoy vemos cómo el sufrimiento de los pueblos sigue multiplicándose. Jamás nos hubiésemos imaginado las cosas que están sucediendo en este confuso y trágico siglo XXI. Aquí estamos, ignorando lo que aprendimos de la historia e ignorando el fuego del Espíritu Santo que indigna nuestros corazones y nos invita a responder de manera inequívoca ante tanta destrucción e injusticia. En las últimas décadas el mundo ha perdido su rumbo. Hemos perdido los valores cristianos, destruido la naturaleza, la crisis moral que estamos presenciando se ha convertido en forma de vida. Hay gentes que se callan e ignoran -sin presentar resistencia- los sistemas corruptos y explotadores de la humanidad y el planeta.

Todo se ha convertido en cuestión de quién es el que más gana en el mercado financiero. Todo se compra. Hasta las almas están en venta. La indiferencia nos ha enceguecido y ya no miramos al pasado ni al futuro. Hay caminos que jamás debiéramos volver a transitar y, sin embargo, ahí vamos como corderos a la matanza. El competir por una moneda más ha reemplazado a la solidaridad, la sed de ganar más ha disminuido la capacidad de movilizarnos y defender nuestros derechos. La enfermedad, la pérdida del techo o del trabajo, deja a las personas, de la noche a la mañana, en estado total de pobreza y desamparo. Los sistemas perversos de muchos gobiernos han creado ansiedad, desesperación, miedo y miseria. A pesar de todo, cuando elegimos seguir a Cristo, comprendemos con precisión cuáles son las demandas de estos tiempos. Una breve excursión a las lecturas de hoy nos permite vislumbrar la actitud y conducta que debemos tomar como seguidores de Cristo.

El profeta Jeremías lo dice claramente, la palabra de Dios nunca es complacencia, más bien se trata de obediencia radical. En el Salmo Dios pone en su lugar a los falsos dioses que siembran inequidad reduciéndolos al nivel de mortales y el último verso clama el llamado a la justicia universal. En la epístola vemos claramente cómo es posible que existan divisiones y altercados entre miembros de una misma familia. Cuando Jesús nos dice: “Yo he venido a prender fuego en el mundo” está significando cómo nuestros corazones pueden arder con el fuego del Espíritu Santo. Este fuego nos transforma y nos confronta con dos realidades: estamos del lado de la justicia o nos ponemos la venda de la indiferencia e ignoramos nuestro llamado a amar al prójimo como Jesús nos ha amado.

Aquellos que han ganado una vida basada en la indiferencia, la inequidad y la explotación perderán absolutamente todo, mientras que quienes han dejado de lado una vida llena de promesas falsas e ilusiones de poder encontrarán su vida en Cristo. Las personas del camino en Cristo encontrarán sentido en amar al prójimo como Jesús nos ha amado y encontrarán sus más preciados tesoros en hacer el bien con espíritu de servicio y solidaridad. Así es como miembros de una misma familia se encontrarán en distintos lados del espectro social, unos dejándose llevar por la codicia y la avaricia, y otros siguiendo el camino de la justicia, la equidad y el amor.

El ser llamados hipócritas y la acusación de no prestar atención hacia dónde va el mundo, adquiere significado particular en estos días de división, explotación, exclusión y barbarie. El deseo de que el mundo sea consumido por el fuego también adquiere un significado especifico y rotundo en estos días. El mundo contemporáneo nos exige corazones calientes, que ardan ante el clamor de una paz con justicia. La solidaridad con los más vulnerables y el compromiso de confrontar la injusticia son imperativos esenciales para todos los que hemos elegido seguir a Cristo.

Cristo nos llama a entrar en relaciones de amor, respeto mutuo y solidaridad. Construirlas requiere una evaluación total de cómo somos con los demás y con el contexto. Seguir a Cristo nos exige una transformación radical en nuestras vidas, pues a veces nos pone en la vereda de enfrente con quienes forman nuestro círculo original de familia y amistades. Seguir a Cristo nos confronta profundamente con el modo en que nos relacionamos con lo material, con nuestras familias y con nuestro contexto más general como lo son las estructuras de poder y de gobierno.

El cambio radical no es confortable, es difícil, trae consigo divisiones y rupturas con quienes se sostienen en valores opuestos al amor y la solidaridad de Cristo. El camino del discipulado es costoso y maravilloso, una vez que hemos decidido seguir a Cristo no hay retorno, no podemos dar pasos hacia atrás. Cuando hemos experimentado la vida y la luz verdaderas, el amor incondicional y radical, la sed de paz con justicia, a veces debemos elegir entre nuestro amor por una familia indiferente y egoísta y nuestro amor por el camino de la fe, la paz y la justicia.

En la epístola a los Hebreos se enumera una serie de personajes que dieron todo por seguir a Dios, y son sus almas, y las de quienes están en el banquete celestial, ejemplo para nuestros pasos y elecciones. Quizás hoy es apropiado recordar las palabras del himno: “He decidido seguir a Cristo”:

He decidido seguir a Cristo. (3)
No vuelvo atrás, no vuelvo atrás.

Si otros vuelven, yo sigo a Cristo. (3)
No vuelvo atrás, no vuelvo atrás.

La cruz delante y el mundo atrás. (3)
No vuelvo atrás, no vuelvo atrás.

La Reverenda Anahí Galante es Sacerdote en la Diócesis Episcopal de Nueva York. Desde su ordenación al sacerdocio ha servido como Sacerdote-A-Cargo, Sacerdote Suplente, Cuidados Pastorales y Predicadora Invitada en distintas comunidades de fe en transición, algunas con necesidades de sacerdotes bilingües o de habla hispana y otras anglo-parlantes. Este año ofreció cuidado pastoral individual y congregacional y servicios litúrgicos en la comunidad rural: la Iglesia del Buen Pastor, en Granite Springs, NY. Actualmente ofrece servicios litúrgicos y predica como suplente en la Iglesia Santa María en Harlem. La Reverenda Anahi ha colaborado con la serie Sermones que Iluminan desde el año 2021 y ha participado como líder en asesoría espiritual en las convivencias de Cursillo.

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Contacto:
Rvdo. Richard Acosta R., Th.D.

Editor, Sermones que Iluminan

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