Sermones que Iluminan

Propio 20 (C) – 2025

September 21, 2025

LCR: Amos 8:4-7, Salmo 113, I Timoteo 2:1-7, Lucas 16:1-13.

“El que es fiel en lo poco; también será fiel en lo mucho”. Con esta frase, que encontramos en el capítulo trece del Evangelio de Lucas, y continuando con el hilo conductor de la Palabra de Dios en los últimos domingos, comencemos resaltando en este domingo, decimoquinto después de pentecostés, que las lecturas que hoy escuchamos tienen un sentido especial: nos presentan a un Dios que condena la injusticia y la opresión contra los pobres por parte de los ricos. Destacan las lecturas la importancia de la rectitud y la compasión en el contexto de la fe.

La Palabra de Dios hoy va dirigida, especial y directamente, a quienes pisotean a los necesitados y arruinan a los pobres de la tierra, esto incluye explotar a los vulnerables para beneficio propio, comprar su voluntad o esclavizarlos por deudas menores y engañarlos en transacciones comerciales. Nos invita la Palabra de Dios a todos a actuar siempre con rectitud. El pasaje del Antiguo Testamento condena a quienes explotan a los necesitados para obtener ganancias, advirtiéndoles también de las consecuencias que pueden afrontar; resalta el recuerdo inquebrantable de Dios de estas acciones y su compromiso de actuar con justicia. El salmista, por su parte, nos recuerda y exalta a un Dios que rescata del polvo al débil y humillado, que levanta al pobre y al humilde de las cenizas y lo sienta junto a príncipes devolviéndole la dignidad de hijo de Dios. Éste será el hilo conductor que nos llevará hasta el evangelio.

Iniciemos yendo unos domingos atrás en el Evangelio de Lucas, específicamente al momento en el que Jesús se encuentra predicando a una multitud y, entre ella, una persona le va a hacer una petición: “Maestro, dile a mi hermano que reparta la herencia de la familia conmigo”, de esta petición y de la declaración de Jesús que la vida no consiste solamente en tener abundantes posiciones, van a surgir una serie de parábolas acerca de las riquezas y la pobreza, la buena administración y la necesidad de acumular tesoros en el cielo.

La primera parábola fue del “rico insensato”, luego la del “rico y Lázaro” y, la que escuchamos hoy, la del “administrador astuto”, que nos instruye sobre el uso del dinero y los bienes materiales (es una de las parábolas más difíciles de entender). Jesús nos cuenta la historia de un administrador o gerente que trabaja bajo las órdenes de un terrateniente adinerado y que es despedido por su jefe cuando se descubre su falta de integridad al cometer fraude en la administración. El administrador, pensando en su propio interés, defrauda aún más a su jefe beneficiando a otros deudores para que salden una cuenta menor.

Notemos como el administrador no dice nada, sólo piensa para sí mismo. No se defiende. No pregunta quiénes lo han acusado. No niega nada. Su silencio podemos interpretarlo como una aceptación de culpabilidad. El dueño lo despide en el acto y le pide que le entregue los libros de contabilidad. A partir de ese momento el hombre deja de ser administrador y de tener autoridad para hacer negocios en nombre del propietario. Este administrador, aparte de ser deshonesto es, al mismo tiempo, astuto y construye relaciones desde la perspectiva de la abundancia y la generosidad con una riqueza que no es suya; por supuesto que el administrador no es un modelo para seguir. Sabemos por cómo se desarrolla la historia que este hombre es deshonesto, ladrón y, al final, también flojo y orgulloso. Pero este hombre es astuto, crea un plan, se plantea unas metas, tiene una visión y una misión, y ejecuta sus ideas. Por esta razón es que Jesús lo alaba en la parábola: “Ya sé lo que voy a hacer… Llamó entonces uno por uno a los que le debían algo a su amo. Al primero le preguntó: “¿Cuánto le debes a mi amo?”Le contestó: “Le debo cien barriles de aceite.” El mayordomo le dijo: “Aquí está tu vale; siéntate en seguida y haz otro por cincuenta solamente.” Después preguntó a otro: “Y tú, ¿cuánto le debes?” Éste le contestó: “Cien medidas de trigo.” Le dijo: “Aquí está tu vale; haz otro por ochenta solamente…”.

Hablemos entonces sobre la mayordomía, esa parte importante de nuestra vida de cristianos y miembros de la iglesia. A medida que nos acercamos al final del año, en muchas de nuestras comunidades de fe también nos preparamos para domingos de cosecha y campañas de mayordomía, y descubrir y enumerar esos maravillosos regalos de Dios y dar gracias por ellos.  La mayordomía se trata precisamente de ser administradores agradecidos y responsables de los regalos que recibimos de Dios. Nosotros, como miembros de la iglesia, tenemos que ver la mayordomía como algo más que simplemente contribuir con dinero a la iglesia; también se trata de contribuir con tiempo y talentos y hacer voluntariado para el ministerio y la misión. Mayordomía se trata de extender la mano para construir relaciones desde una perspectiva de abundancia en lugar de escasez. La invitación este domingo es a que seamos todos administradores buenos. Sintámonos parte de esta visión y misión de nuestras iglesias; colaboraremos desarrollando las ideas, sirviendo en los ministerios, siendo parte de las soluciones y no de los problemas o conflictos que siempre existirán en nuestras congregaciones.

Jesús concluye con una declaración aguda como una forma de resumir lo que había estado tratando de decir todo el tiempo: “Ningún sirviente puede servir a dos amos; porque odiará a uno y querrá al otro… No se puede servir a Dios y a las riquezas”. Jesús no quiere un discipulado a medias, Él quiere un discipulado comprometido de nuestra parte. Concluyamos entonces con algunas preguntas que nos ayudarán durante la semana a reflexionar sobre esta maravillosa tarea que Dios nos ha dado de ser administradores no sólo de la creación sino también de nuestras vidas: ¿Cuál es ese regalo personal que Dios te ha dado para que lo administres y cómo lo estas administrando? ¿Cómo está tu esfuerzo en el seguimiento de Jesús? ¿Cuáles son tus prioridades?  ¿Es construir el Reino de Dios aquí́ en la tierra una de ellas?

Respondamos a estas preguntas de forma personal, familiar o como congragación, y esforcémonos cada día por ser servidores fieles, discípulos valientes, administradores confiables de los valores del Reino de los Cielos.

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Contacto:
Rvdo. Richard Acosta R., Th.D.

Editor, Sermones que Iluminan

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