Estudio Bíblico

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Estudio Bíblico: Pascua 4 (B) – 2018

April 23, 2018


Hechos 4:5-12

“La piedra rechazada por los constructores; se ha convertido en la piedra angular”.

Como suele ser el caso, el contexto de este pasaje se encuentra en la parte del texto que no se incluye en la lectura. Aquí, la situación es que Pedro y Juan estaban predicando y regocijándose en la gloria de Cristo resucitado. Habían estado sanando a los enfermos y haciendo “buenas obras”. Esto realmente molestó al sacerdote del templo (y, como se nos dice, a los saduceos). Así, fueron arrestados. Al día siguiente, todos los compinches se reunieron y les preguntaron: “¿Con qué potestad, o en qué nombre, habéis hecho vosotros esto?” La pregunta oculta el hecho de que ya conocían el poder y el nombre. Lo que querían saber es si Pedro y Juan hicieron la misma afirmación mesiánica. Pedro y Juan respondieron que las obras las habían hecho en el nombre de Jesucristo, la piedra que los judíos habían rechazado. Una especie de “¡os lo decimos a vuestra misma cara!”, al establecimiento judío.

A menudo leemos este pasaje centrándonos en el pasaje sobre la piedra rechazada antes citada. Pero me gustaría que nos centráramos por un momento en nuestras fuentes de energía.

  • ¿Con qué frecuencia en nuestras propias vidas apelamos a una autoridad externa como excusa para explicar lo que no somos capaces de hacer nosotros mismos?
  • Mientras Pedro y Juan tenían el nombre del Cristo resucitado que los soportaba, ¿cuánto nos deleitamos en invocar el nombre de otra persona con el fin de cubrir nuestras propias necesidades para ser apreciados?
  • ¿Cuándo hacemos un llamado al poder del Señor resucitado para que nos llene con la alegría y la felicidad del Espíritu Santo?

Salmo 23

El Señor es mi pastor; nada me faltará. No puedo pensar en un salmo más conocido. Uno que se narre de memoria. Tenemos la oportunidad de recitarlo en la oración diaria (BCP, p. 110), el Jueves Santo (BCP, p. 193), el Viernes Santo (BCP, p. 195), en el santo bautismo (BCP, p. 234), en la acción de gracias por un niño (BCP, p. 364), en la ministración a los enfermos (BCP, p. 375), y tal vez el más conocido, en el entierro (BCP, p. 395).

Este salmo calma el espíritu y aviva el alma. La seguridad de que el Señor, nuestro Dios, camina con nosotros en nuestra vida diaria; a través de la alegría y tribulaciones.

  • Con toda la confianza tranquila que confiere este salmo, ¿estamos cómodos al recitarlo sin pensar en nuestro eventual caminar con Dios? ¿Hay un significado superior que se encuentre en este salmo más allá de considerar el final de nuestras vidas?

1 Juan 3:16-24

“En esto sabemos lo que es el amor: en que él dio su vida por nosotros, también nosotros debemos dar la vida por los demás”.

La primera carta de Juan fue escrita para una comunidad aparentemente asediada por anticristos; pero el mensaje general de esta epístola es de amor y que Dios es amor. En la primera parte de este capítulo, se nos recuerda que somos hijos de Dios y que a pesar de que pecamos, somos amados y redimidos. El pasaje de hoy está directamente ligado a la lectura del evangelio. Declara que Jesús dio su vida por nosotros, y debemos estar dispuestos a hacer lo mismo por los demás.

  • El amor, la fe y el sacrificio son los temas. ¿Cuán preparados estamos para creer sin ver; amar sin conocer; y sacrificarnos sin perder?

Juan 10:11-18

Jesús dijo: “Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas”.

El pasaje que conduce a este texto habla de la diferencia entre el pastor que entra por la puerta y el ladrón que entra en el redil por otro camino. Aquí se reitera que el pastor conoce a sus ovejas y las ovejas conocen al pastor. En el texto de hoy, Jesús contrasta al “buen pastor” con el “asalariado”. La diferencia no consiste en su capacidad de cuidar ovejas, aunque esto puede ser un problema importante. La diferencia está en la propiedad. Al buen pastor pertenecen las ovejas; ellas son del él y él de ellas. El asalariado es egoísta. Mientras los intereses de las ovejas están alineados con el interés del bien del asalariado, todo va bien. Sin embargo, cuando los intereses divergen, está claro: el asalariado, mira por su propio bienestar, mientras que el buen pastor cuida de sus ovejas. Jesús nos recuerda que él vino a dar su vida por nosotros, que somos de él y él es nuestro. Una vez más, un tema central que corre a través de este texto es el del amor de Dios expresado a través del don de la vida, muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo.

  • ¿Cuándo somos capaces de tener la tranquilidad de conocer al que entra por la puerta al redil de las ovejas?
  • ¿Cómo sabemos que somos amados? ¿Por nuestros amigos y familiares? ¿Por nuestro Dios?
  • ¿Eres capaz de aceptar que Dios te conoce y te ama, que somos el pueblo de su prado, y las ovejas de su mano? ¡Ojalá escuchemos hoy su voz!

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Contacto:
Rvdo. Richard Acosta R., Th.D.

Editor, Sermones que Iluminan

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