Estudio Bíblico

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Estudio Bíblico: Pascua 6 (B) – 2015

May 10, 2015


Hechos 10:44-48

Nuestro Libro de Oración Común del 1979 incluye todo tipo de cambios en la liturgia del bautismo, pero el más importante no tiene que ver con el lenguaje en las oraciones. ¿Ha notado que nuestro rito bautismal no se encuentra justo antes que el de la confirmación, como en los libros de oración anteriores, sino que está entre la Vigilia de Pascua y la eucaristía?

Hay una razón para ello: el Libro de Oración Común nos dice ya desde el principio que “el santo bautismo es la iniciación completa por el agua y el Espíritu Santo en el Cuerpo de Cristo, la Iglesia” (Libro de Oración Común, página 218). El bautismo es el precursor necesario de la eucaristía, como nuestros cánones dicen claramente: “Ninguna persona no bautizada será elegible de recibir la santa Comunión en esta Iglesia” (I.18.7). Como la Vigilia de Pascua es tradicionalmente el día en que la Iglesia da la bienvenida a los nuevos miembros, es apropiado que en nuestro libro de oración a la Vigilia le siga el servicio del santo bautismo. Solo después del bautismo podemos recibir la eucaristía.

Algunos ven esto como excluyente, pero no lo es. Nosotros no discriminamos en el origen étnico o en cualquier otra línea divisoria odiosa. Nuestra mesa no excluye a nadie que quiera estar en ella; con Pedro, le decimos a todo aquel que quiera compartir con nosotros en nuestra cena del Señor, “¿Puede alguien negar el agua del bautismo a estos?”

  • ¿Cómo se entiende la relación entre el bautismo y la eucaristía? ¿Dónde encaja la confirmación?

Salmo 98

Uno de los más antiguos poemas de nuestro idioma inglés es el “Himno de Caedmon”. Data de finales del siglo séptimo; este poema – que san Beda atribuye a un pastor bajo inspiración angelical – es corto, pero es una poderosa celebración en nueve líneas del poder y la gloria de Dios y como se revelan en la creación.

Este salmo está casi en la misma línea (mejor, el “Himno de Caedmon” está en la misma línea que este salmo) en cuanto en él se celebra el poder y la gloria de Dios. Aquí, sin embargo, el salmista celebra el poder y la gloria de Dios revelados en su reivindicación, su victoria, su triunfo, todo lo cual requiere un enemigo derrotado. Las “naciones” a las que se refiere el salmista son los enemigos hostiles del pueblo de Dios, que también habrían sido sus víctimas si Dios no hubiera rescatado a su pueblo con una demostración de su fuerza abrumadora.

No mucho después de que Cædmon escribiera su poema, su monasterio fue víctima de un ataque vikingo. Los salmos como este tienen una resonancia especial para aquellos que saben lo que es temer la violencia de un enemigo depredador irresistible. Lo más probable es que mientras usted lee esto, no se enfrente a este tipo de amenaza existencial de sus vecinos. Así que en tiempos como estos, podemos seguir el consejo de nuestro compañero anglicano CS Lewis y rezar este salmo en su nombre.

  • ¿Alguna vez ha rezado un salmo por otra persona? ¿Por alguien que no conoce?
  • ¿Alguna vez ha rezado un salmo por usted mismo?

1 Juan 5:1-6

“Llevad mi yugo sobre vosotros”, dijo Jesús, “porque mi yugo es suave y mi carga ligera” (Mateo 11: 29-30). “Sus mandamientos no son gravosos”, dice Juan aquí en nuestro pasaje. Del mismo modo, en la Torá leemos que Moisés le dijo al pueblo de Dios: “Ciertamente, este mandamiento que yo les ordeno hoy no es demasiado difícil de cumplir, ni está demasiado lejos” (Deuteronomio 30:11).

Nada de esto nos debe dar la idea de que podemos ganarnos el favor de Dios, o incluso que lo tenemos en nosotros mismos para complacerlo. Un elemento vergonzoso de nuestra herencia anglicana es que nuestro nativo Pelagio (ca. 354-418 d C) es uno de los herejes cuyas enseñanzas falsas siguen regresando como dientes de león en la primavera. La ventaja para la Iglesia es que la noción de Pelagio de que podríamos merecer el favor de Dios por nuestras propias obras estimuló a su contemporáneo, san Agustín, a producir algunas de sus obras más inspiradas de teología.

Pero no podemos perder el mensaje – enseñado constantemente a lo largo de las Escrituras – de que Dios nos ofrece sus mandamientos para darnos alegría, no para matarla. El pecado es el que mata la alegría, que utiliza placeres efímeros para evitarnos conocer la plenitud de la alegría que viene de una vida vivida como Dios nos creó para vivirla.

Piense en la última vez que en que confesó el pecado. ¿Cuánto placer le produjo el pecado? ¿Cuánta alegría? ¿De cuánta alegría le privó?Juan 15: 9-17

Si todo lo que supiéramos es que los mandamientos de Dios nos traen alegría, eso solo sería una buena noticia, ya que esos mandamientos están disponibles para nosotros, y podemos ver la vida de las personas que los cumplen. Pero lo que Jesús deja claro en este pasaje es que la obediencia a Dios no es simplemente una cuestión de la adhesión a normas; más bien, es una relación íntima con el amante eterno que nos creó. Nos dijo cómo podemos vivir bien, sí, pero también hizo posible para nosotros el vivir no solo para nosotros mismos, sino en él. Nosotros permanecemos en el amor de Jesús cuando guardamos sus mandamientos; guardamos sus mandamientos si permanecemos en su amor. Y cuanto más “logramos” esto, tanto más completo es su gozo en nosotros.

Piense en la primera vez que se le enseñó a hacer algún tipo de trabajo manual, como cortar un pedazo de madera. ¿Alguien señaló la sierra y la madera y le dijo que cortara recto? ¿O condujo sus manos, demostró la presión que había de aplicar y lo rápido que debía ir, incluso guiando sus manos con las suyas? El comando de cortar recto realmente sería gravoso y produciría ansiedad en lugar de alegría, si no tuviéramos ningún tipo de ayuda.

Afortunadamente, nuestro maestro carpintero es un maestro mejor que eso. De hecho, como le dijo a los discípulos más adelante en esta misma conversación, prometió enviarles su Espíritu para enseñarles, guiarles y consolarlos. Recibimos ese mismo Espíritu en nuestro bautismo.

  • ¿Qué piensa usted acerca de la relación entre seguir los mandamientos de Jesús y permanecer en su amor? ¿A veces se siente como si tuviera que hacer una cosa o la otra?
  • ¿Se acuerda de algún momento en que fue especialmente consciente de la guía del Espíritu Santo cuando usted cumplía los mandamientos de Dios?

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Contacto:
Rvdo. Richard Acosta R., Th.D.

Editor, Sermones que Iluminan

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