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Estudio Bíblico: Propio 23 (C) – 2025
October 12, 2025
LCR: Jeremías 29:1, 4-7; Salmo 66:1-11; 2 Timoteo 2:8-15; Lucas 17:11-19

Jeremías 29:1, 4-7
Jeremías profetizó a los exiliados judíos en Babilonia que no serían restaurados rápidamente a Jerusalén. Más adelante, en el capítulo 29, les dice que pasarán 70 años antes de que los hijos o nietos de los exiliados regresen a Jerusalén. En este pasaje, les dice que deben aceptar esa situación y acostumbrarse a vivir donde están. Que construyan casas, tengan hijos, casen a sus hijos e hijas y vean nacer a la siguiente generación. Pero lo más importante es que deben vivir entre los babilonios y ser una bendición para ellos, porque al bendecir a Babilonia, descubrirán que ellos mismos son bendecidos.
En este pasaje, escucho ecos del mandamiento de amar al prójimo. Los profetas dicen a los israelitas que fueron enviados al exilio porque no honraron a Dios ni obedecieron sus mandamientos. Dios, a través de Jeremías, les dice que deben aprender a vivir fielmente mientras estén en el exilio y buscar no solo su propio bienestar, el de sus familias y el de sus compatriotas israelitas, sino también el bienestar de los babilonios, extranjeros y forasteros que ahora son sus vecinos. También podemos leer en esto una repetición del tema de ser extranjeros en la tierra de Egipto. Se les dijo que no maltrataran al extranjero ni oprimieran al forastero; ahora deben vivir como extranjeros una vez más y recordar los mandamientos de Dios.
- ¿Cómo pueden los profetas y el Evangelio influir en la forma en que tratamos a quienes son de una etnia o nacionalidad diferente a la nuestra?
- ¿Cómo estamos llamados a ser una voz profética en nuestro propio país, recordando a la gente que el bienestar de quienes viven en nuestros pueblos, ciudades, estados y nación será la clave de nuestro propio bienestar, independientemente del lugar en el que hayamos nacido?
Salmo 66:1-11
Este salmo comienza y termina con palabras de alabanza. El salmista relata cómo Dios salvó al pueblo de Israel, pero también reconoce que Dios vela por todas las naciones y todos los pueblos. También da un giro desde el versículo 9 hasta la primera mitad del versículo 11, afirmando que Dios lleva a las personas a situaciones difíciles, trampas y cargas pesadas, incluso permitiendo que los enemigos se impongan sobre ellas. Sin duda, hay momentos en los que podemos preguntarnos por qué Dios permite que sucedan ciertas cosas, especialmente cuando le ocurren cosas terribles a personas inocentes y fieles. Para algunos, esto puede incluso hacer que pierdan su fe. Finalmente, tras reconocer que la vida puede ser difícil incluso para los fieles, el salmista da testimonio del poder salvador y redentor de Dios. Dios no abandona a su pueblo, porque Dios es siempre fiel.
- ¿Ha pasado por momentos en los que su fe ha sido puesta a prueba?
- ¿Cómo ha sido testigo del poder redentor de Dios en su vida o en la vida de alguien cercano a usted?
2 Timoteo 2:8-15
En la carta de Pablo a su amigo Timoteo, un fiel colaborador en la difusión del Evangelio y la fundación de comunidades cristianas, el autor lo anima a continuar con su labor y seguir el ejemplo que le ha dado. La carta es tanto personal como pastoral. En este pasaje, Pablo habla del sufrimiento que está soportando por el Evangelio como una emulación del sufrimiento de Cristo. Pablo proclama la fidelidad de Dios como la verdad en la que todo cristiano puede confiar. Con pocas palabras transmite su propia experiencia de plena identificación y su sentido de unidad con Cristo; para Pablo, el Evangelio es participativo: «Hemos muerto con él, también viviremos con él». Pablo le dice a Timoteo que no discuta sobre palabras; solo tiene que contar a la gente lo que él mismo ha experimentado, guiando y enseñando con el ejemplo, para que su forma de vivir hable más claramente que cualquier palabra.
- ¿Ha habido momentos en tu vida en los que has sentido la presencia de Cristo?
- ¿Cómo participas tú y tu comunidad de fe en la vida y la obra de Cristo?
Lucas 17:11-19
En esta viñeta del Evangelio de Lucas, él recuerda uno de los muchos milagros de sanación de Jesús. En su relato, al igual que en la historia del hombre atacado y dado por muerto en el camino de Jericó, es un extranjero, un samaritano, quien honra a Dios con mayor fidelidad. Cuando Jesús sana a diez leprosos, solo uno se vuelve y le da las gracias. Es de suponer que los otros nueve hacen lo que se les indica y se marchan inmediatamente para presentarse ante los sacerdotes, a fin de que los readmitan en la comunidad. Sin duda, es comprensible su entusiasmo ante la perspectiva de volver a la sociedad después de haber vivido como parias. Sin embargo, hubo uno, un samaritano, que, al darse cuenta de que su vida había cambiado, se detuvo y alabó a Dios en voz alta y agradeció efusivamente a Jesús. Jesús le dice que su fe lo ha sanado y, al preguntar por los otros nueve, deja claro que el extranjero, menospreciado en Judea, ha honrado a Dios con más fidelidad que sus compatriotas judíos.
- ¿Ha sido testigo de la sincera gratitud de alguien que ha sido marginado y ha recuperado su dignidad?
- Cuando nuestras oraciones son respondidas, ¿nos detenemos y damos gracias a Dios antes de continuar con nuestras vidas?
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