Estudio Bíblico

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Estudio Bíblico: Propio 21 (B) – 2024

September 29, 2024

LCR: Números 11:4-6, 10-16, 24-29; Salmo 19:7-14; Santiago 5:13-20; Marcos 9:38-50

Números 11:4-6, 10-16, 24-29

En la lectura de hoy del Antiguo Testamento, los hebreos se han cansado del maná y recuerdan su época de esclavos en Egipto con gafas de color de rosa. A veces tendemos a pensar que los antiguos hebreos eran personas muy diferentes de nosotros, quizá menos ilustradas. Si pensamos en ellos de esta manera, nos perdemos por completo el significado de la historia. Las historias de los hebreos siempre tienen algo que decirnos sobre la naturaleza humana. Las historias de los hebreos siempre tratan de nosotros.

Nuestro pasaje de Números nos recuerda lo rápido que tendemos a olvidar las bendiciones de Dios en nuestras propias vidas, y lo tentador que es pensar que de alguna manera sabemos mejor que Dios lo que es mejor para nosotros. Los hebreos han elegido ver el maná que Dios les proporciona como un castigo en lugar de como un regalo.

También vemos a Moisés agotado. Está completamente cansado de intentar liderar a este grupo de personas, e incluso suplica a Dios que acabe con su vida. La mayoría de los líderes, ya sean ministros, gerentes o maestros de escuela, probablemente puedan identificarse, al menos en cierta medida, con los sentimientos de frustración de Moisés.

Dios responde dando algunos de los dones de Moisés a otros muchos ancianos de la comunidad. Josué espera que Moisés se ponga celoso, pero Moisés responde con sabiduría, humildad y gratitud; entiende la acción de Dios como un don y no como un castigo.

La última línea de nuestro pasaje, “¡Ojalá todo el pueblo del Señor fuera profeta, y el Señor pusiera su espíritu sobre ellos!”, puede ser leída por los cristianos como una prefiguración de la venida del Espíritu Santo, el don que Dios derramará en Pentecostés después de la ascensión de Jesús.

  • ¿Has estado alguna vez en una situación de liderazgo en la que te has sentido al borde de la desesperación con tu grupo? ¿Cómo oraste al respecto?
  • ¿Ha habido momentos en los que tu perspectiva ha cambiado sobre algo, cuando te has dado cuenta de que algo que habías pensado que era una carga o una prueba ha cambiado y se ha convertido en un don?

Salmo 19:7-14

En la porción de hoy del Salmo 19, el salmista nos anima a considerar la ley y el juicio de Dios como dones y no como cargas. El versículo 8 afirma que “el mandamiento del Señor es claro y da luz a los ojos”. Los mandamientos de Dios nos dan esperanza, claridad y renovación.

El versículo 9 nos dice que los juicios de Dios son más finos que el oro y más dulces que la miel. La justicia y la misericordia de Dios son más profundas de lo que podemos imaginar. Cuanto más crezcamos en esa comprensión, más podremos esperar el juicio de Dios con expectación y no con temor. A través de toda una vida de relación con Dios, podemos aprender a confiar mejor en sus juicios y a consolarnos con ellos.

El salmista pide limpieza tanto de los pecados cometidos por accidente (“faltas secretas”) como de los cometidos intencionadamente (“pecados presuntuosos”). En este salmo hay conciencia de que es imposible seguir los mandamientos de Dios sin su ayuda; sólo Dios conoce nuestras “faltas secretas”.

  • ¿Puedes pensar en algún momento de tu vida en el que una figura de autoridad haya pronunciado un juicio que haya traído paz o resolución a una situación?

Santiago 5:13-20

El pasaje de hoy de la Carta de Santiago nos invita a volvernos hacia Dios, sea cual sea la situación en la que nos encontremos, a orar pidiendo ayuda cuando sufrimos y a alabar a Dios cuando nos alegramos.

Irrumpe también en la oración por la curación y la unción de los enfermos. Este es el pasaje principal que proporciona las bases teológicas para el rito de curación que tenemos en nuestro libro de oraciones. La curación de los enfermos en este pasaje, así como en el ministerio de Jesús, está relacionada con el perdón de los pecados. La curación de nuestros cuerpos físicos por parte de Dios es un signo que apunta a una curación espiritual aún mayor, la reconciliación con Dios por medio de Jesús. El pasaje nos asegura que la oración es eficaz. Dios utiliza nuestras oraciones. Sabemos que nuestras oraciones no siempre reciben la respuesta que esperamos, pero las Escrituras nos aseguran el poder de la oración.

Este pasaje también subraya la importancia de confesar nuestros pecados. En este pasaje, la confesión no es un asunto privado que debamos hacer sólo a Dios o a nuestro sacerdote, sino algo que debemos hacer unos con otros. La confesión es una forma de sincerarnos unos con otros sobre nuestras luchas. La Iglesia no debería ser un lugar para pretender ser perfectos, sino un lugar donde la gente pueda sentirse lo suficientemente segura como para compartir sus imperfecciones y crecer juntos.

  • ¿Tiene tu iglesia un ministerio de sanación, como oraciones por los enfermos, imposición de manos o unción con aceite? ¿Cuál ha sido su experiencia con estas prácticas?
  • ¿Cómo pueden las iglesias ayudar a la gente a sentirse lo suficientemente segura como para confesarse unos a otros?

Marcos 9:38-50

En el pasaje del Evangelio de hoy, un hombre utiliza el nombre de Jesús para expulsar demonios, y los discípulos se ofenden por estos exorcismos que suponen no autorizados. Jesús se muestra indiferente y dice a los discípulos que dejen en paz al hombre. Jesús ha venido para todos en el mundo, y como Moisés en nuestro pasaje del Antiguo Testamento de hoy, Jesús no está celoso cuando Dios obra a través de otros.

Jesús va más allá y les dice a sus discípulos que tengan cuidado con los que son menos afortunados que ellos. En el versículo 42, dice: “Si alguno de vosotros pone tropiezo a uno de estos pequeños que creen en mí, más le valdría que le colgaran al cuello una gran piedra de molino y lo arrojaran al mar”. Los “pequeños” podrían ser niños, pero más generalmente se refieren a los pobres y a los de baja condición en la sociedad. Un tema de los Evangelios es que los que tienen más tienen la responsabilidad de cuidar de los que tienen menos. Los dones de Dios siempre deben compartirse.

Jesús sigue utilizando un lenguaje fuerte para captar nuestra atención. Él irradia imágenes gráficas sobre cómo el pecado debe ser cortado de raíz. Afortunadamente, no se nos ordena extirpar literalmente partes del cuerpo. Por el contrario, debemos evitar o prepararnos para situaciones en las que es probable que pequemos. Por ejemplo, a veces descuidar nuestras propias necesidades nos lleva a atacar con ira a los que nos rodean. Cuando descansamos y nos sentimos bien, tenemos mejor autocontrol.

Por último, Jesús recuerda a sus discípulos que deben ser sal para el mundo. Para ello debemos ser diferentes del mundo, “estar en paz unos con otros”. Podemos sentirnos en paz cuando confiamos en que los dones de Dios son abundantes; hay de sobra para todos.

  • ¿Qué te ayuda a encontrar un sentido de paz dentro de ti, para que puedas ser un instrumento de paz en el mundo?

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Contacto:
Rvdo. Richard Acosta R., Th.D.

Editor, Sermones que Iluminan

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