Estudio Bíblico

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Estudio Bíblico: Propio 12 (C) – 2019

July 28, 2019


Oseas 1: 2-10

Los versículos de apertura del libro de Oseas pueden parecer fácilmente ásperos y un poco extraños. A Oseas se le dice, al comienzo de su ministerio profético, que tome “por mujer a una prostituta y tenga hijos con ella” porque la tierra de Israel había abandonado al Señor. Oseas sigue las instrucciones de Dios y toma a Gómer por esposa y tiene tres hijos. Estos niños reciben nombres que reflejan la naturaleza de la relación de Israel con su Dios: Jezreel, porque Dios pronto pondrá fin a la casa de Israel y vengará la sangre de Jezreel; Lo-ruhama, porque Dios ya no tendría piedad de la casa de Israel; Lo-ami, porque los hijos de Israel no eran el pueblo de Dios y el Señor ya no era su Dios.

El matrimonio de Oseas y sus hijos sirven como metáforas de la relación entre Israel y Dios, y, como revelan estos versículos iniciales, esta relación es bastante tensa. Israel ha abandonado a su Dios, y parece que Dios, a su vez, los ha abandonado. Pero luego hay un giro en el versículo final. La esperanza aún permanece. El pueblo de Israel será “como la arena del mar, que nadie la puede medir ni contar”. Aunque una vez se les dijo: “Ustedes ya no son mi pueblo”, se les dirá: “Hijos del Dios viviente’”. El firme amor de Dios y la promesa de alianza duran para siempre, incluso cuando desobedecemos y nos alejamos. Ese es el mensaje de este pasaje de Oseas y de la totalidad de las Escrituras.

  • ¿Cómo ha experimentado este amor perdurable y constante de Dios que nunca cesa?

Salmo 85

La secuencia de este salmo nos ofrece un modelo para nuestra propia oración. El salmista comienza reconociendo los hechos asombrosos que Dios ha hecho y luego continúa con súplicas de misericordia. Luego el salmista escribe: “Escucharé lo que dice el Señor Dios, porque anuncia paz a su pueblo fiel y a los que se convierten de corazón”. El salmista sabe que Dios ya nos está hablando de paz; solo debemos estar atentos a lo que Dios nos está diciendo. Este modelo de agradecer a Dios y reconocer la bondad de Dios, pidiendo la misericordia de Dios y luego escuchando lo que Dios nos habla en este momento ofrece un patrón útil para la oración.

  • ¿Cómo puede escuchar y estar atento a la paz que Dios le está hablando?

Colosenses 2: 6-19

Este pasaje de la Epístola a los Colosenses ofrece varias imágenes ricas y memorables en su discusión de la persona de Cristo y su muerte en la cruz. Una de esas imágenes es de Cristo como aquel en quien “toda la plenitud se encuentra visiblemente en Cristo”. El escritor de la epístola enfatiza que en Cristo se nos da una imagen del Dios invisible. A Cristo se le presenta como la plenitud de Dios, y los que creemos en él y lo seguimos, encontramos nuestra plenitud en aquel que es la cabeza sobre todos.

Una segunda imagen se encuentra en la discusión de lo que Cristo logró en la cruz. Cuando estábamos muertos por nuestras transgresiones, Dios nos hizo vivir de nuevo perdonándonos todos nuestros pecados, “anulando el documento  de deuda que había contra nosotros y que nos obligaba; lo eliminó, clavándolo en la cruz” (Colosenses 2:14). El escritor de la epístola muestra una imagen vívida de nuestros pecados clavados en la cruz y borrados. Aquí encontramos buenas noticias y una visión de la nueva vida que tenemos en Cristo. Dios nos ha hecho vivos junto con Cristo.

  • ¿Qué se siente al imaginar nuestros pecados clavados en la cruz con Cristo?

Lucas 11: 1-13

A veces, convertimos la oración en algo mucho más difícil de lo que Dios pretende que sea. En este pasaje del evangelio de Lucas, vemos que los discípulos de Jesús lo vieron orar y le pidieron que les enseñara a orar. La oración que les enseñó es la que conocemos y oramos virtualmente cada vez que nos reunimos como comunidad para orar. Las palabras pueden ser tan familiares para nosotros que pasamos por alto la simplicidad de las peticiones. Jesús invita a sus seguidores a dirigirse a su Dios como Padre, mostrándoles que la invitación a la oración es una invitación a una relación con un Dios íntimo, no uno que esté distante y despreocupado con nuestras necesidades y deseos. Jesús enseña a sus seguidores a orar por la venida del reino de Dios, por el sustento que necesitan cada día, por el perdón de los pecados y la fuerza para perdonar a los que han pecado contra ellos, y por la protección en los tiempos de prueba. Son peticiones sencillas pero poderosas. Jesús enseñó a sus discípulos a presentarse ante Dios y presentar sus peticiones con sencillez y honestidad.

Jesús también recordó a sus seguidores que Dios siempre es bueno y fiel. Dios oye nuestras oraciones y siempre provee para nosotros. Jesús nunca prometió que todas nuestras oraciones serían concedidas tal como las pedimos. Aunque parezca que Dios no oye nuestras oraciones, Jesús promete que aquellos que le piden a Dios realmente recibirán. Una colecta en la página 317del Libro de Oración Común lo expresa de esta manera: “Padre Celestial, tú has prometido escuchar lo que pidamos en el Nombre de tu Hijo: acepta y cumple nuestras peticiones, no como te lo pedimos en nuestra ignorancia ni como lo merecemos por nuestros pecados, sino como nos conoces y amas en tu Hijo Jesucristo, nuestro Señor” Amén.

  • ¿Cómo puede simplificar su vida de oración para acercarse más a Dios?​​​​​​

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Contacto:
Rvdo. Richard Acosta R., Th.D.

Editor, Sermones que Iluminan

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