Estudio Bíblico

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Estudio Bíblico: Propio 22 (B) – 2015

October 04, 2015


Job 1: 1; 2: 1-10


¡Pobre Job! Solo en un vertedero de basura, ha perdido todo lo que poseía, casi todo lo que amaba, y ha terminado por reducirse a rascarse las heridas con un pedazo de teja. Sin darse cuenta de su papel protagonista como la persona más perfecta y recta en esta apuesta celestial, la fe de Job es puesta a prueba hasta los límites de su vida mortal. Sin embargo, se niega a cuestionar a Dios por su desgracia… por ahora.

Cuando la tragedia y la enfermedad azotan a menudo se pregunta uno cómo Dios puede parecer tan ausente. Nos preguntamos por qué el “intachable” tiene que sufrir, y por qué cosas malas pueden suceder a gente buena. Al igual que los amigos de Job, más adelante en esta historia, algunos de nosotros culpamos al castigo divino por nuestros dolores. Lo que sí sabemos es que nadie en esta vida está a salvo de las realidades del dolor y de la pérdida. La fe no impide nuestro sufrimiento, pero nos mantiene en relación con los demás y con el que nos lleva con ternura a través del sufrimiento.

  • ¿Cómo compartes el amor y la misericordia de Dios con los que sufren?
  • ¿Dónde encontramos a Dios cuando nuestros corazones y vidas han sido destrozadas?

Salmo 26

Este Salmo es una súplica personal a Dios por la justicia y la misericordia, y expone un caso en apoyo de esa petición. Como Job, se dice que el salmista ha vivido una vida con “integridad”. Una súplica moderna podría sonar así.:

Dios, por favor, gobierna en mi favor porque soy una buena persona. Siempre confío en ti; nunca fallo en el trabajo; puedes incluso echar un vistazo a mi corazón y mis pensamientos; te amo; te soy fiel; no salgo con los perdedores, mentirosos, o mafiosos; te estoy agradecido; te adoro de manera correcta; y digo a todos lo maravilloso que eres. Seguiré siendo una buena persona, así que por favor, no me lances con los chicos malos. Prometo serte fiel.
Por suerte, el amor, la misericordia y la gracia de Dios no dependen de nuestra pureza como se ve a través de un microscopio divino. La invitación al perdón de “ven como eres”, la aceptación de Dios, y el abrazo divino nos están esperando a cada uno de nosotros en este momento.

  • ¿Qué podría evitar que aceptaras esta invitación?
  • ¿Cuándo sientes que podrías utilizar el amor de Dios, la misericordia y la mayor gracia?

Hebreos 1: 1-4; 2: 5-12


Esta carta-sermón fue escrita para una comunidad cristiana primitiva que pasaba por una crisis de identidad alimentada por la animadversión pública y la persecución. Están sufriendo por su fe y necesitan estímulo. El autor comienza con una declaración de fe acerca de la divinidad plena y completa humanidad de Jesús para recordar a los oyentes sus propias confesiones de fe. Seguimos explorando el tema del sufrimiento en esta lectura, y vemos que a través de su propia prueba, sufrimiento y muerte, Jesús “no se avergüenza” de llamarnos a todos hermanos y hermanas que compartimos un padre celestial. Así como el drama de la muerte de Jesús termina en gracia, honor y gloria, nosotros también somos acogidos como hijos de Dios. Se nos recuerda esto cuando oramos por nuestros hermanos y hermanas para que “descansen en paz y se eleven en gloria!”

  • ¿Alguna vez estado “en crisis” tu propia identidad como un seguidor de Cristo?
  • ¿Te has sentido alguna vez condenado al ostracismo por tu fe?

Marcos 10: 2- 16

Jesús toma mano a mano la Torá con los fariseos cuando lo ponen a prueba con una pregunta sobre el divorcio y la ley. ¿Cómo se puede argumentar en contra de la autoridad de Moisés? Jesús les explica que es su “dureza de corazón” lo que requiere la ley, que se encuentra en oposición al diseño original de Dios. Este debate sobre el mandamiento es realmente una visión del reino de Dios, donde la restauración de la creación de Dios triunfa sobre nuestra legislación.

Se nos da otra visión del reino cuando Jesús insiste en que los discípulos dejen a los niños que se acerquen a él. Ellos todavía no entienden que el reino pertenece a los más humildes, a los más débiles y a los más vulnerables. Al dar la bienvenida, acoger, y bendecir a estos niños, Jesús nos demuestra una vez más que el más grande de todos es el siervo de todos, incluyendo al menor de todos.

Puede ser tentador para los cuerpos de la iglesia el buscar en el derecho canónico cuando se enfrentan a conflictos.

  • ¿En su lugar, cómo sería una respuesta del reino?
  • ¿Quién a sabiendas o sin saberlo restringe el acceso a nuestras comunidades? ¿A quién le gustaría extender el don del reino de Dios?

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Contacto:
Rvdo. Richard Acosta R., Th.D.

Editor, Sermones que Iluminan

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