Calendario Litúrgico

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Segundo Domingo después de Pentecostés

Propio 7

La Colecta:

Oh Señor, haz que tengamos perpetuo amor y reverencia a tu santo Nombre, pues nunca privas de tu auxilio y guía a los que has establecido sobre la base firme de tu bondad; por Jesucristo nuestro Señor, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

Antiguo Testamento: 1 Reyes 19:1-4, (5-7), 8-15a

1 Acab informó a Jezabel de todo lo que Elías había hecho y de cómo había matado a espada a todos los profetas. Entonces Jezabel envió un mensajero a Elías, diciendo: “¡Así me hagan los dioses y aun me añadan, si mañana a estas horas yo no he hecho con tu vida como la vida de uno de ellos!”.

Entonces él tuvo miedo, y se levantó y huyó para salvar su vida. Así llegó a Beerseba, que pertenece a Judá. Dejó allí a su criado, y él se fue un día de camino por el desierto. Luego vino, se sentó debajo de un arbusto de retama y ansiando morirse dijo:

—¡Basta ya, oh SEÑOR! ¡Quítame la vida, porque yo no soy mejor que mis padres!

[Se recostó debajo del arbusto y se quedó dormido. Y he aquí que un ángel lo tocó y le dijo:

—Levántate, come.

Entonces miró, y he aquí que a su cabecera había una torta cocida sobre las brasas y una cantimplora de agua. Luego comió, bebió y se volvió a recostar. Entonces el ángel del SEÑOR volvió por segunda vez, y lo tocó diciendo:

—Levántate, come, porque el camino es demasiado largo para ti.]

Se levantó, comió y bebió. Luego, con las fuerzas de aquella comida, caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta Horeb, el monte de Dios. Allí se metió en la cueva, donde pasó la noche. Y he aquí que vino a él la palabra del SEÑOR, y le preguntó:

—¿Qué haces aquí, Elías?

10 Y él respondió:

—He sentido un vivo celo por el SEÑOR Dios de los Ejércitos, porque los hijos de Israel han abandonado tu pacto, han derribado tus altares y han matado a espada a tus profetas. Yo solo he quedado, y me buscan para quitarme la vida.

11 Él le dijo:

—Sal y ponte de pie en el monte, delante del SEÑOR.

Y he aquí que el SEÑOR pasaba. Un grande y poderoso viento destrozaba las montañas y rompía las peñas delante del SEÑOR, pero el SEÑOR no estaba en el viento. Después del viento hubo un terremoto, pero el SEÑOR no estaba en el terremoto. 12 Después del terremoto hubo un fuego, pero el SEÑOR no estaba en el fuego. Después del fuego hubo un sonido apacible y delicado. 13 Y sucedió que al oírlo Elías, cubrió su cara con su manto, y salió y estuvo de pie a la entrada de la cueva. Y he aquí, vino a él una voz y le preguntó:

—¿Qué haces aquí, Elías?

14 Él respondió:

—He sentido un vivo celo por el SEÑOR Dios de los Ejércitos, porque los hijos de Israel han abandonado tu pacto, han derribado tus altares y han matado a espada a tus profetas. Yo solo he quedado, y me buscan para quitarme la vida.

15 Y el SEÑOR le dijo:

—Ve, regresa por tu camino, por el desierto, a Damasco. Cuando llegues, ungirás a Hazael como rey de Siria.

Salmo: 42 y 43

1     Como anhela el ciervo las corrientes de aguas, *
               así te anhela, oh Dios, el alma mía.
    2     Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo; *
               ¿cuándo vendré, y me presentaré delante de Dios?
    3     Fueron mis lágrimas mi alimento de día y de noche, *
               mientras me dicen todos los días: “¿Dónde está tu Dios?”
    4     Doy rienda suelta a mi dolor, cuando pienso en estas cosas: *
               de cómo fui con la multitud, y la conduje hasta la casa de Dios,
    5     Con voz de alegría y de alabanza, *
               haciendo fiesta la multitud.
    6     ¿Por qué te abates, oh alma mía, *
               y te turbas dentro de mí?
    7     Pon tu confianza en Dios, *
               porque aún he de alabarle, Salvador, Presencia y Dios mío.
    8     Mi alma está abatida dentro de mí; *
               me acordaré, por tanto, de ti desde la tierra del Jordán,
               desde la cima de Mizhar entre las cumbres de Hermón.
    9     Un abismo clama a otro a la voz de tus cascadas; *
               todos tus torrentes y riadas sobre mí han pasado.
  10     De día otorga el Señor su gracia; *
               de noche su cántico está conmigo, oración al Dios de mi vida.
  11     Diré a Dios, Roca mía: “¿Por qué te has olvidado de mí? *
               ¿Por qué he de andar enlutado por la opresión de mis enemigos?”
  12     Mientras me están quebrantando los huesos, *
               mis adversarios me afrentan.
  13     Todo el día se burlan de mí, diciendo: *
               “¿Dónde está tu Dios?”
  14     ¿Por qué te abates, oh alma mía, *
               y te turbas dentro de mí?
  15     Pon tu confianza en Dios, *
               porque aún he de alabarle, Salvador, Presencia y Dios mío.

1     Hazme justicia, oh Dios, y aboga mi causa contra la gente impía; *
               líbrame de los mentirosos y los inicuos.
    2     Tú eres el Dios de mi fortaleza; ¿por qué me has desechado? *
               ¿Por qué he de andar enlutado por la opresión de mis enemigos?
    3     Envía tu luz y tu verdad; que éstas me guíen, *
               y me conduzcan a tu santo monte, a tus moradas;
    4     Para que me acerque al altar de Dios, al Dios de mi alegría y de mi gozo; *
               y te alabe con arpa, oh Dios, Dios mío.
    5     ¿Por qué te abates, oh alma mía, *
               y te turbas dentro de mí?
    6     Pon tu confianza en Dios, *
               porque aún he de alabarle, Salvador, Presencia y Dios mío.

Antiguo Testamento: Isaías 65:1-9

1 “Yo me dejé buscar por los que no preguntaban por mí; me dejé hallar por los que no me buscaban. A una nación que no invocaba mi nombre dije: ‘¡Aquí estoy; aquí estoy!’. Todo el día extendí mis manos a un pueblo rebelde que anda por un camino que no es bueno, tras sus propios pensamientos. Este es un pueblo que en mi propia cara me provoca a ira continuamente, ofreciendo sacrificios en los jardines y quemando incienso sobre ladrillos. Moran en los sepulcros y pasan la noche en lugares secretos. Comen carne de cerdo, y en sus ollas hay caldoa de cosas contaminadas. Ellos dicen: ‘Quédate en tu lugar. No te acerques a mí, porque soy más santo que tú’. Estos son como humo en mi nariz, fuego que arde todo el día.

“He aquí que está escrito delante de mí. No callaré, sino que daré la retribución; sí, les daré su retribución en su propio seno. Por sus iniquidades y por las iniquidades de sus padres juntamente, dice el SEÑOR, quienes quemaron incienso sobre los montes y me afrentaron sobre las colinas, yo les repartiré en su mismo seno la retribución por sus obras del pasado”.

Así ha dicho el SEÑOR: “Como cuando alguien halla jugo en un racimo de uvas y dice: ‘No lo destruyas, porque en él hay bendición’, así procederé yo por causa de mis siervos para no destruirlo del todo. Sacaré de Jacob descendencia; y de Judá, al heredero de mis montes. Entonces mis escogidos poseerán la tierra como heredad, y mis siervos habitarán allí.

Salmo: 22:18-27

18     Mas tú, oh Señor, no te alejes; *
             fortaleza mía, apresúrate a socorrerme.
19     Salva de la espada mi garganta, *
             mi faz del filo del hacha.
20     Sálvame de la boca del león, *
             a este pobre, de los cuernos del búfalo.
21     Proclamaré tu Nombre a mis hermanos; *
             en medio de la congregación te alabaré.
22     Los que temen al Señor, alábenle; *
             glorifíquenle, oh vástago de Jacob;
             tengan miedo de él, oh descendencia de Israel;
23     Porque no menospreció ni abominó la aflicción de los afligidos,
        ni de ellos escondió su rostro; *
             sino que cuando clamaron a él, los oyó.
24     De ti será mi alabanza en la gran congregación; *
             mis votos pagaré delante de los que le temen.
25     Comerán los pobres, y serán saciados, alabarán al Señor los que le buscan: *
             ¡Viva su corazón para siempre!
26     Se acordarán y se volverán al Señor todos los confines de la tierra, *
             y todas las familias de las naciones delante de ti se inclinan;
27     Porque del Señor es el reino, *
             y él rige las naciones.

Nuevo Testamento: Gálatas 3:23-29

23 Pero antes que viniera la fe estábamos custodiados bajo la ley, reservados para la fe que había de ser revelada.

24 De manera que la ley ha sido nuestro tutor para llevarnos a Cristo, para que seamos justificados por la fe. 25 Pero, como ha venido la fe, ya no estamos bajo tutor.

26 Así que, todos son hijos de Dios por medio de la fe en Cristo Jesús 27 porque todos los que fueron bautizados en Cristo se han revestido de Cristo. 28 Ya no hay judío ni griego, no hay esclavo ni libre, no hay varón ni mujer; porque todos ustedes son uno en Cristo Jesús. 29 Y ya que son de Cristo, ciertamente son descendencia de Abraham, herederos conforme a la promesa.

El Evangelio: Lucas 8:26-39

26 Navegaron a la tierra de los gadarenos, que está frente a Galilea. 27 Al bajarse él a tierra, le salió al encuentro un hombre de la ciudad el cual tenía demonios. Desde hacía mucho tiempo no había llevado ropa, ni vivía en una casa sino entre los sepulcros. 28 Pero cuando vio a Jesús, exclamó, se postró delante de él y dijo a gran voz:

—¿Qué tienes conmigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? ¡Te ruego que no me atormentes!

29 Porque Jesús había mandado al espíritu inmundo que saliera del hombre, pues se había apoderado de él desde hacía mucho tiempo. Para guardarlo, lo ataban con cadenas y con grillos pero, rompiendo las ataduras, era impelido por el demonio a los desiertos. 30 Jesús le preguntó, diciendo:

—¿Cómo te llamas?

Y él dijo:

—Legión.

Porque muchos demonios habían entrado en él; 31 y le rogaban que no los mandara al abismo. 32 Había allí un hato de muchos cerdos que pacía en la montaña; y le rogaron que les dejara entrar en aquellos, y él les dio permiso. 33 Cuando los demonios salieron del hombre, entraron en los cerdos; y el hato se precipitó por un despeñadero al lago y se ahogó.

34 Los que apacentaban los cerdos, al ver lo que había acontecido, huyeron y dieron aviso en la ciudad y por los campos. 35 Y salieron a ver lo que había pasado. Fueron a Jesús y hallaron al hombre de quien habían salido los demonios, sentado a los pies de Jesús, vestido y en su juicio cabal; y tuvieron miedo. 36 Los que lo habían visto les contaron cómo había sido salvado aquel endemoniado. 37 Entonces toda la multitud de la región de los gadarenos le rogó que se apartara de ellos porque tenían mucho temor. Jesús subió a la barca y regresó. 38 El hombre de quien habían salido los demonios le rogaba que lo dejara estar con él. Pero Jesús le respondió diciendo:

39 —Vuelve a tu casa y cuenta cuán grandes cosas ha hecho Dios por ti.

Y él se fue proclamando por toda la ciudad cuán grandes cosas Jesús había hecho por él.

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Las Colectas, Salmos y Cánticos son del Libro de Oración Común, 1979.

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