Calendario Litúrgico

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San Esteban, diácono y mártir

La Colecta:

Te damos gracias, oh Señor de la gloria, por el ejemplo del protomártir Esteban, quien, mirando hacia el cielo, intercedió por sus perseguidores ante tu Hijo Jesucristo, que está a tu diestra; donde vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, en gloria eterna.  Amén.

Antiguo Testamento: Jeremías 26:1-9,12-15

1 Al comienzo del reinado de Joaquim, hijo de Josías, en Judá, el Señor se dirigió a Jeremías 2 y le dijo: «Párate en el atrio del templo, y di todo lo que te ordené que dijeras a la gente que viene de las ciudades de Judá para adorar en el templo. No dejes nada por decir. 3 Quizá te hagan caso y dejen su mala conducta, y yo decida no castigarlos por sus malas acciones, como había pensado. 4 Diles que yo, el Señor, digo: “Si no me hacen caso ni cumplen las instrucciones que les he dado, 5 ni hacen caso a las advertencias de mis siervos los profetas, que una y otra vez les he enviado y a los que ustedes han desobedecido, 6 entonces haré con este templo lo que hice con el de Siló. Haré de esta ciudad un ejemplo de maldición para todas las naciones de la tierra.”»

7 Los sacerdotes, los profetas y todo el pueblo oyeron estas palabras que Jeremías pronunció en el templo. 8 Y cuando él terminó de decir lo que el Señor le había ordenado, los sacerdotes, los profetas y el pueblo lo agarraron y le dijeron: «¡Vas a morir! 9 ¿Cómo te atreves a decir en nombre del Señor que este templo quedará como el de Siló, y que esta ciudad será destruida y quedará sin habitantes?» Y todo el pueblo se agolpó en el templo, alrededor de Jeremías.

12 Jeremías se dirigió a los jefes y al pueblo, y les dijo: «El Señor fue quien me envió a hablar en su nombre, y a decir contra este templo y esta ciudad todo lo que ustedes han oído. 13 Mejoren su conducta y sus acciones, obedezcan al Señor su Dios y él no les enviará las calamidades que les ha anunciado. 14 En cuanto a mí, estoy en manos de ustedes; hagan conmigo lo que les parezca. 15 Pero, eso sí, sepan bien esto: si me matan, ustedes y los habitantes de esta ciudad serán culpables de matar a un inocente; porque en verdad fue el Señor quien me envió a anunciarles claramente todas esas cosas.» 

Salmo: 31 o 31:1-5

1     En ti, oh Señor, he esperado; no sea yo avergonzado jamás; *
             líbrame en tu justicia.
2     Inclina a mí tu oído; *
             apresúrate a librarme.
3     Sé tú mi roca fuerte, y fortaleza para salvarme;
        porque tú eres mi risco y mi castillo; *
             por tu Nombre me guiarás y me encaminarás.
4     Me sacarás de la red que han escondido para mí, *
             pues tú eres mi refugio.
5     En tu mano encomiendo mi espíritu; *
             tú me has redimido, oh Señor, Dios de verdad.
[6     Aborrezco a los que se adhieren a ídolos inútiles, *
             y pongo mi confianza en el Señor.
7     Me gozaré y alegraré en tu misericordia; *
             porque has visto mi aflicción; conoces la angustia de mi vida.
8     No me entregaste en mano del enemigo; *
             pusiste mis pies en lugar espacioso.
9     Ten misericordia de mí, oh Señor, que estoy en angustia; *
             se han consumido de tristeza mis ojos, mi garganta también y mi vientre;
10     Porque mi vida se va gastando de dolor, y mis años de suspirar; *
             se agotan mis fuerzas a causa de mi aflicción,
             y mis huesos se han consumido.
11     De todos mis enemigos he sido oprobio, y de mis vecinos mucho más,
        y pavor a mis conocidos; *
             los que me ven fuera huyen de mí.
12     He sido olvidado como un muerto, desechado de toda memoria; *
             he venido a ser como un vaso quebrado.
13     Porque he oído el cuchicheo de muchos; “por todos lados hay miedo”; *
             consultan juntos contra mí; conspiran para quitarme la vida.
14     Mas yo en ti confío, oh Señor; *
             dije: “Tú eres mi Dios.
15     En tu mano está mi destino; *
             líbrame de la mano de mis enemigos, y de mis perseguidores.
16     Haz resplandecer tu rostro sobre tu siervo; *
             sálvame por tu misericordia”.
17     No sea yo avergonzado, oh Señor, ya que te he invocado; *
             sean avergonzados los malvados; estén mudos en el sepulcro.
18     Enmudezcan los labios mentirosos, que hablan insolencias contra el justo, *
             con soberbia y menosprecio.
19     ¡Cuán grande es tu bondad, oh Señor! que has guardado para los que te temen; *
             que has mostrado, delante de todos, a los que confían en ti.
20     En lo secreto de tu presencia los escondes de cuantos los calumnian; *
             los resguardas en tu abrigo de la querella de lenguas.
21     ¡Bendito sea el Señor! *
             me ha demostrado la maravilla de su amor en ciudad sitiada.
22     Decía yo en mi desmayo, “Cortado soy de delante de tus ojos”, *
             pero tú oíste la voz de mis ruegos, cuando a ti clamaba.
23     Amen al Señor, todos ustedes que le adoran; *
             a los fieles guarda el Señor, y castiga con creces a los que obran con soberbia.
24     Fortalézcanse los que esperan en el Señor, *
             y tome su corazón aliento.]

Nuevo Testamento: Hechos 6:8-7:2a,51c-60

8 Esteban, lleno del poder y la bendición de Dios, hacía milagros y señales entre el pueblo. 9 Algunos de la sinagoga llamada de los Esclavos Libertados, junto con algunos de Cirene, de Alejandría, de Cilicia y de la provincia de Asia, comenzaron a discutir con Esteban; 10 pero no podían hacerle frente, porque hablaba con la sabiduría que le daba el Espíritu Santo. 11 Pagaron entonces a unos para que afirmaran que lo habían oído decir palabras ofensivas contra Moisés y contra Dios. 12 De este modo alborotaron al pueblo, a los ancianos y a los maestros de la ley; por lo cual atacaron a Esteban, lo apresaron y lo llevaron ante la Junta Suprema. 13 Además buscaron testigos falsos, que dijeron: —Ese hombre no deja de hablar contra este santo templo y contra la ley. 14 Le hemos oído decir que ese Jesús de Nazaret va a destruir el templo y que va a cambiar las costumbres que nos dejó Moisés.

15 Las autoridades y todos los que estaban allí sentados, al mirar a Esteban, vieron que su cara era como la de un ángel.

1 El sumo sacerdote le preguntó a Esteban si lo que decían de él era cierto, 2 y él contestó: «Hermanos y padres, escúchenme: Son iguales que sus antepasados. 52 ¿A cuál de los profetas no maltrataron los antepasados de ustedes? Ellos mataron a quienes habían hablado de la venida de aquel que es justo, y ahora que este justo ya ha venido, ustedes lo traicionaron y lo mataron. 53 Ustedes, que recibieron la ley por medio de ángeles, no la obedecen.»

54 Cuando oyeron estas cosas, se enfurecieron y rechinaron los dientes contra Esteban. 55 Pero él, lleno del Espíritu Santo, miró al cielo y vio la gloria de Dios, y a Jesús de pie a la derecha de Dios. 56 Entonces dijo: —¡Miren! Veo los cielos abiertos, y al Hijo del hombre a la derecha de Dios.

57 Pero ellos se taparon los oídos, y dando fuertes gritos se lanzaron todos contra él. 58 Lo sacaron de la ciudad y lo apedrearon; los que hacían de testigos contra él dejaron sus ropas al cuidado de un joven llamado Saulo.

59 Mientras lo apedreaban, Esteban oró, diciendo: «Señor Jesús, recibe mi espíritu.» 60 Luego se puso de rodillas y gritó con voz fuerte: «¡Señor, no les tomes en cuenta este pecado!»

Habiendo dicho esto, murió. 

El Evangelio: Mateo 23:34-39

Jesús dijo, «Por esto yo les voy a enviar profetas, sabios y maestros. Pero ustedes matarán y crucificarán a algunos de ellos, y a otros los golpearán en las sinagogas y los perseguirán de pueblo en pueblo. 35 Así que sobre ustedes caerá el castigo por toda la sangre inocente que ha sido derramada desde Abel el justo hasta Zacarías, hijo de Berequías, a quien ustedes mataron entre el santuario y el altar. 36 Les aseguro que el castigo por todo esto caerá sobre la gente de hoy.

37 »¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los mensajeros que Dios te envía! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus pollitos bajo las alas, pero no quisiste! 38 Pues miren, el hogar de ustedes va a quedar abandonado; 39 y les digo que, a partir de este momento, no volverán a verme hasta que digan: “¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!”» 

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Las lecturas del Antiguo Testamento, el Nuevo Testamento y los Evangelios provienen de la Biblia Nueva Versión Estándar Revisada: Edición Anglicana, copyright 1989, 1995, División de Educación Cristiana del Consejo Nacional de las Iglesias de Cristo en los Estados Unidos de América. Usado con permiso. Todos los derechos reservados.

Las Colectas, Salmos y Cánticos son del Libro de Oración Común, 1979.

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