Calendario Litúrgico

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La Transfiguración de nuestro Señor Jesucristo

La Colecta:

Oh Dios, que en el santo monte revelaste ante testigos escogidos a tu muy amado Hijo, maravillosamente transfigurado, con vestiduras blancas y resplandecientes: Concede, en tu misericordia, que, librados de la inquietud de este mundo, contemplemos por fe al Rey en toda su hermosura; quien contigo, oh Padre, y contigo, oh Espíritu Santo, vive y reina, un solo Dios, por los siglos de los siglos.  Amén.

Antiguo Testamento: Éxodo 34:29-35

29 Bajó Moisés del monte Sinaí llevando las dos tablas de la ley; pero al bajar del monte no se dio cuenta de que su cara resplandecía por haber hablado con el Señor. 30 Cuando Aarón y todos los israelitas vieron que la cara de Moisés resplandecía, sintieron miedo y no se acercaron a él. 31 Pero Moisés los llamó, y cuando Aarón y todos los jefes de la comunidad volvieron a donde estaba Moisés, él habló con ellos. 32 Poco después se acercaron todos los israelitas, y Moisés les dio todas las órdenes que el Señor le había dado en el monte Sinaí. 33 Luego que terminó de hablar con ellos, se puso un velo sobre la cara.

34 Cuando Moisés entraba a la presencia del Señor para hablar con él, se quitaba el velo y se quedaba así hasta que salía. Entonces comunicaba a los israelitas las órdenes que había recibido del Señor. 35 Al ver los israelitas que la cara de Moisés resplandecía, él volvía a ponerse el velo sobre la cara, y se lo dejaba puesto hasta que entraba a hablar de nuevo con el Señor. 

Salmo: 99 o 99:5-9

[1    El Señor es Rey; tiemblen los pueblos; *
           está entronizado sobre querubines; sacúdase la tierra.
2     El Señor es grande en Sión; *
           es excelso sobre todos los pueblos.
3     Alaben su Nombre, porque es grande y temible; *
           él es el Santo.
4     “Oh Rey poderoso, amante de la justicia, has establecido la equidad; *
           has administrado la justicia y el derecho en Jacob”.]
5     Proclamen la grandeza del Señor nuestro Dios,
       y póstrense ante el estrado de sus pies; *
           él es el Santo.
6     Moisés y Aarón entre sus sacerdotes,
       y Samuel entre los que invocan su Nombre, *
           invocaban al Señor, y él les respondía.
7     Desde la columna de nube les hablaba; *
           guardaban sus testimonios, y el decreto que les dio.
8     “Oh Señor Dios nuestro, en verdad les respondías; *
           tú eras para ellos un Dios de perdón;
           con todo, les castigabas por sus malas obras”.
9     Proclamen la grandeza del Señor nuestro Dios,
       y adórenle sobre su santo monte, *
           porque el Señor nuestro Dios es el Santo.

Nuevo Testamento: 2 Pedro 1:13-21

13 Mientras yo viva, creo que estoy en el deber de llamarles la atención con estos consejos. 14 Nuestro Señor Jesucristo me ha hecho saber que pronto habré de dejar esta vida; 15 pero haré todo lo posible para que también después de mi muerte se acuerden ustedes de estas cosas.

16 La enseñanza que les dimos sobre el poder y el regreso de nuestro Señor Jesucristo, no consistía en cuentos inventados ingeniosamente, pues con nuestros propios ojos vimos al Señor en su grandeza. 17 Lo vimos cuando Dios el Padre le dio honor y gloria, cuando la voz de Dios le habló de aquella gloriosa manera: «Éste es mi Hijo amado, a quien he elegido.» 18 Nosotros mismos oímos aquella voz que venía del cielo, pues estábamos con el Señor en el monte sagrado.

19 Esto hace más seguro el mensaje de los profetas, el cual con toda razón toman ustedes en cuenta. Pues ese mensaje es como una lámpara que brilla en un lugar oscuro, hasta que el día amanezca y la estrella de la mañana salga para alumbrarles el corazón. 20 Pero ante todo tengan esto presente: que ninguna profecía de la Escritura es algo que uno pueda interpretar según el propio parecer, 21 porque los profetas nunca hablaron por iniciativa humana; al contrario, eran hombres que hablaban de parte de Dios, dirigidos por el Espíritu Santo.

El Evangelio: Lucas 9:28-36

28 Jesús subió a un cerro a orar, acompañado de Pedro, Santiago y Juan. 29 Mientras oraba, el aspecto de su cara cambió, y su ropa se volvió muy blanca y brillante; 30 y aparecieron dos hombres conversando con él. Eran Moisés y Elías, 31 que estaban rodeados de un resplandor glorioso y hablaban de la partida de Jesús de este mundo, que iba a tener lugar en Jerusalén. 32 Aunque Pedro y sus compañeros tenían mucho sueño, permanecieron despiertos, y vieron la gloria de Jesús y a los dos hombres que estaban con él. 33 Cuando aquellos hombres se separaban ya de Jesús, Pedro le dijo: —Maestro, ¡qué bien que estemos aquí! Vamos a hacer tres chozas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.

Pero Pedro no sabía lo que decía. 34 Mientras hablaba, una nube se posó sobre ellos, y al verse dentro de la nube tuvieron miedo. 35 Entonces de la nube salió una voz, que dijo: «Éste es mi Hijo, mi elegido: escúchenlo.»

36 Cuando se escuchó esa voz, Jesús quedó solo. Pero ellos mantuvieron esto en secreto y en aquel tiempo a nadie dijeron nada de lo que habían visto.

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Las Colectas, Salmos y Cánticos son del Libro de Oración Común, 1979.

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