Sermones que Iluminan

Adviento 4 (A) – 21 de diciembre de 2025

December 21, 2025

LCR: Isaías 7:10–16; Salmo 80:1–7, 16–18 LOC; Romanos 1:1–7; Mateo 1:18–25

¿Alguna vez has tenido un sueño en el que descubres una verdad que has estado buscando? ¿o en el que hallas una nueva dirección o propósito en tu vida? ¿has encontrado guía o apoyo en un sueño? La historia que escuchamos en el evangelio asignado para este domingo es acerca de José y su sueño, y nos lleva al corazón del Adviento: a un momento silencioso, íntimo, casi escondido, donde Dios actúa de maneras inesperadas.

Hay un hombre común, José, y un sueño que cambia el rumbo de su vida y el de la historia. José está en crisis. Su mundo se ha tambaleado. María, con quien está comprometido, espera un hijo que no es suyo. Como hombre justo, quiere hacer lo correcto: protegerla de la vergüenza, separarse discretamente, evitarle daño. Está intentando resolver todo de manera razonable, responsable y humana. Y es, justamente ahí, en ese momento de confusión, donde Dios irrumpe. José se duerme, y en su sueño un ángel le revela la verdad: no tengas miedo de tomar a María por esposa, porque su hijo lo ha concebido por el poder del Espíritu Santo”. 

En cierto modo estamos siendo invitados a escuchar la versión de José en la historia de la Anunciación; María, en este pasaje del evangelio, no tiene ningún papel de interlocutora. Tenemos que recordar que María habla sólo cuatro veces en todos los Evangelios: en la Anunciación y el Magníficat, ambos en el Evangelio de Lucas, y en las Bodas de Caná y la Crucifixión en el Evangelio de Juan. Lo interesante aquí es que María no habla para nada en el evangelio de Mateo. Por tanto, esta narración es sólo acerca de José y su sueño, donde Dios irrumpe.

Sí, las Sagradas Escrituras están llenas de acontecimientos en los que mensajeros divinos, visiones, sueños y apariciones revelan a un Dios que se comunica de muchas maneras. Dios continúa hablando y manifestándose en acontecimientos específicos en nuestra vida e historia. En este contexto, los sueños parecen ser la forma preferida en la que Dios nos habla: tenemos al otro José, en el del Primer Testamento, quien recibía muchos sueños y que se hizo famoso por interpretarlos; también está su padre, Jacob, quien encontró a Dios a través del sueño de una escalera donde los ángeles subían y bajaban; Salomón, el rey hijo de David, recibió la sabiduría en un sueño; también están los profetas, muchos de ellos escucharon la voz de Dios a través de los sueños; entre muchos otros casos, como en el mismo evangelio de Mateo, donde los magos que llegaron del Oriente fueron advertidos por Dios, por medio de un sueño, que se mantuvieran alejados del rey Herodes.

Walter Brueggemann, teólogo y escritor, nos recuerda que todos los sueños de las Escrituras tienen algo en común: representan la intrusión de Dios en un mundo estable, son una comunicación impulsiva y espontánea de Dios en la oscuridad de la noche, que abre a los durmientes a un mundo diferente al que habitan durante el día; una intrusión que genera un malestar turbulento con la forma en que las cosas son, hasta que la visión y el sueño llegan a materializarse.

Sí, hasta que la visión y el sueño lleguen a cumplirse y realizarse. José, aquí, se despierta de su sueño y cumple su misión, cuidando de una María vulnerable y un bebé que aún no había nacido.

Al igual que con muchos de los otros personajes bíblicos fue transformado por sus sueños, descubrió un nuevo propósito.

José confiaba en su intuición, en sus instintos; en lo profundo de sus entrañas, sabía que quería tomar a María como su esposa. La intrusión de Dios en el sueño llegó a reafirmar ese verdadero conocimiento de José. Dependió de él seguir la verdad que ya conocía. La intrusión de Dios en un sueño es una manera de reafirmar algo que ya sabes en tus entrañas. La capacidad de ver lo que había delante de nosotros todo el tiempo puede ser el regalo de un sueño. Algunos sueños inspiran claridad de visión moviéndonos a la acción. ¿Cuáles son las verdades que están en lo profundo de nosotros, que ya sabemos, pero sólo necesitan reafirmación para llevarlas a cabo? ¿Qué necesita ser despertado en nosotros para que esto tenga lugar? ¿Qué hemos tenido miedo de hacer y cuáles son las dudas que los frenan?

Los sueños nos pueden decir verdades que ya conocemos profundamente, nos pueden inspirar a una claridad de visión, moviéndonos a la acción. Los sueños pueden ser ese canal poderoso a partir del cual podemos crear una nueva realidad. Los sueños pueden ser un camino por el cual Dios nos guía hacia la realización de su voluntad. Por tanto, llevemos nuestras preocupaciones ante Dios, oremos para recibir guía, dirección, y pidamos por la intuición de esos sueños que vendrán sobre nosotros. 

En este tiempo de expectación ¡soñemos! Estemos abiertos a ser interrumpidos por Dios, el Creador de todos nuestros sueños. Amén.

El Rvdo. Alfredo Feregrino es nativo de la Ciudad de México y obtuvo su Maestría en Divinidad en la Escuela de Teología y Ministerio en Seattle University, donde obtuvo también el primer Dr. Rod Romney “Preaching Award”. Fue desarrollador de misión en una congregación bilingüe y bicultural en Seattle/Renton, Washington; fue Rector Asociado en All Saints Church en Pasadena, California, a cargo del desarrollo congregacional; y ahora es Sacerdote a Cargo en St. Luke’s–San Lucas Episcopal Church en Vancouver, Washington.

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Contacto:
Rvdo. Richard Acosta R., Th.D.

Editor, Sermones que Iluminan

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