Sermones que Iluminan

Cristo el Rey (B) – 21 de noviembre de 2021

November 21, 2021

LCR: Daniel 7:9–10,13–14; Salmo 93; Revelación 1:4b–8; San Juan 18:33–37

¡Cristo es el Rey! Esta afirmación llena de alegría al mundo cristiano. Estamos diciendo que Jesucristo, el Hijo de Dios, es proclamado Rey de reyes, Señor de señores. Hoy aclamamos, una vez más, que el reinado de Cristo es una realidad. ¿Entendemos esto?

Para los contemporáneos de Jesús fue realmente difícil ver en Jesús a un Rey y menos al anunciado desde antiguo. Y es que ¿cómo era posible que todo un Rey hubiese nacido en una familia pobre y sencilla, en un pueblo pequeño, que haya vivido en la austeridad, itinerante, relacionado con los parias sociales y, finalmente, que haya sido humillado, traicionado, negado y ejecutado como a un criminal? ¡Ésta no es la vida ni la muerte de un Rey! ¿Quién podría tomar en serio a Jesús? Ninguna autoridad política o religiosa podría aceptar el reinado de una persona con esas características. Por lo menos Pilato y los líderes religiosos de los judíos no podían: “¿Así que tú eres rey?”, “Los de tu nación y los jefes de los sacerdotes son los que te han entregado a mí. ¿Qué has hecho?”.

Ahora bien, miremos qué pasa de nuestra parte. Hay muchos, incluso cristianos, que al contemplar las realidades que nos rodean: desastres naturales -incluida una pandemia que segó la vida de millones-, terrorismo, guerras, enfermedades, injusticias, odios… preguntan al igual que Pilato: “¿Así que tú eres rey?”. ¡Cómo creer si han pasado dos mil años de la inauguración del Reino y la humanidad no deja de padecer! ¿Es éste el reinado inaugurado? Parece que no. ¿Y entonces?

Jesús mismo responde: “Mi reino no es de este mundo. Si lo fuera, tendría gente a mi servicio que pelearía para que yo no fuera entregado a los judíos. Pero mi reino no es de aquí”. ¿Qué tipo de reino es el que esperamos? El problema es entender el Reinado de Cristo con expectativas demasiado “mundanas”, pues su reino “no es de este mundo”; así que, si estamos esperando un reinado con las características espectaculares propias de las monarquías contemporáneas, estamos entendiendo mal. Así como Cristo, el Rey, no es de la realeza del mundo, ni de la alcurnia temporal, ni tiene riquezas o poder político, tampoco su reinado responde a las formas mundanas. El Rey es el Hijo de Dios, entonces su Reino y su reinado corresponden al querer de Dios, manifestado en el Evangelio.

Hoy es la fiesta de Cristo el Rey, y es también el último domingo del año eclesial. Es decir, la fiesta de Cristo como Rey se celebra al llegar al culmen del tiempo litúrgico, el culmen de un año transcurrido reflexionando y celebrando la obra de Jesús. Podemos también decir que el Reinado de Cristo es el culmen de su obra. El Reino es una realidad y está entre nosotros, pues fue inaugurado por Cristo y es eterno: “Y le fue dado el poder, la gloria y el reino, y gente de todas las naciones y lenguas le servían. Su poder será siempre el mismo, y su reino jamás será destruido”, leímos en el libro de Daniel; y lo ratifica el libro Apocalipsis: “«Yo soy el alfa y la omega,» dice el Señor, el Dios todopoderoso, el que es y era y ha de venir.”, y es rey porque: “fue el primero en resucitar y tiene autoridad sobre los reyes de la tierra.”.

Y ¿cómo es posible que ese Reino siga siendo una realidad hoy? Es necesario entender que corresponde a la Iglesia, a los bautizados, mostrarlo, dejarlo ver, evidenciar la realidad de dicho Reino: “Cristo nos ama, y nos ha librado de nuestros pecados derramando su sangre, y ha hecho de nosotros un reino; nos ha hecho sacerdotes al servicio de su Dios y Padre”. Entiéndase que un bautizado que no se comprometa con el Reino no está siendo fiel a su verdadero ser de cristiano, pues todo bautizado hace parte del sacerdocio que nos fue otorgado, por el Sacramento, para el servicio de Dios. El Reino se hace manifiesto en nuestras acciones cotidianas, en la sonrisa que brindamos, en la ayuda solidaria, en las acciones de honestidad y justicia, en un gracias dado con amor, en la cordialidad sincera, en el respeto, en un abrazo, en la acogida, en la caridad, en la corrección fraterna… No es un Reino de riqueza, protocolo y etiqueta, es el del amor, la filantropía, la entrega, el servicio. Es un Reino que rompe esquemas porque es el Reino de Dios.

El Reino, finalmente, no es uno estático sino dinámico. Es interesante que el libro del Apocalipsis habla de Dios, no sólo como el principio y el fin «Yo soy el alfa y la omega», sino como: “el que es y era y ha de venir”; no dice “el que será”, que correspondería mejor con “el que es y era”, sino que dice: el que “ha de venir”. Cristo no se define como alguien que será porque su esencia principal no es tanto ser o estar, sino “venir”, es decir, actuar, acontecer, manifestar. Y si Cristo, el Rey, es dinamismo, la Iglesia de los bautizados también debe ser una que actúe, que se mueva -no sólo que sea-; la Iglesia debe propiciar los cambios necesarios para que el Reinado de Cristo sea manifestado plenamente entre los hijos de Dios y con todas sus criaturas.

Feliz día del Cristo, el Rey, y que su Reino, como oramos en el Padre Nuestro, sea pronto entre nosotros. Amén.

El Rvdo. Hno. Richard Acosta Rodríguez FSB, es presbítero en la Misión San Benito, en la Diócesis de Colombia; es docente universitario e investigador en el campo de la Ecoteología bíblica. Ha escrito varios libros y artículos; es formador en el Centro de Estudios Teológicos de la Diócesis, forma parte del grupo de reflexión medioambiental Oikos-Episcopal y es editor de Sermones Que Iluminan en español.

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Contacto:
Rvdo. Richard Acosta R., Th.D.

Editor, Sermones que Iluminan

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