Sermones que Iluminan

Día de la Santa Cruz – 2014

September 14, 2014


La celebración del Día de la Santa Cruz por lo general tiene lugar el 14 de septiembre – transferido al 15 de septiembre de este año, ya que 14 de septiembre cae en domingo – para conmemorar la consagración de la Iglesia del Santo Sepulcro en el año 335 por el emperador romano Constantino. Se cuenta que Helena, su madre, en un viaje a Jerusalén descubrió la cruz donde Jesús fue crucificado y Constantino mandó a edificar la iglesia en el lugar que ella encontró la cruz.  La leyenda también cuenta, que los persas se llevaron los remanentes de la cruz en el año 614 y que en el año 628, el emperador bizantino Heraclio la recapturó y retornó a la iglesia del Santo Sepulcro.

A pesar de que la autenticidad de esta reliquia continúa siendo cuestionable, el Día de la Santa Cruz nos ofrece la oportunidad de celebrar la muerte redentora de Jesús en la cruz. Debido a la atmósfera celebratoria de esta festividad sería inapropiado observarla el Viernes Santo, ya que el simbolismo de la cruz en este día se enfoca en el triunfo de Jesús sobre la muerte y en el recordatorio de su promesa, “pero cuando yo sea levantado de la tierra, atraeré a todos a mí mismo” (Juan 12:32).

En el evangelio de hoy, Jesús le dice a sus seguidores “que si el grano de trigo al caer en tierra no muere, queda él solo; pero si muere, da abundante cosecha. El que ama su vida, la perderá; pero el que desprecia su vida en este mundo, la conservará para la vida eterna” (Juan 12:24-25). En este contexto se debe interpretar la festividad del Día de la Cruz.

En nuestra sociedad solo tenemos que mirar a las tiendas y boutiques para darnos cuenta de cómo la cruz se ha convertido para muchos en una joya que compite en el mundo de la moda. Personas que ni siquiera profesan la fe cristiana o intentan observar las enseñanzas de Jesús también usan el símbolo de la cruz para decorar collares, aretes, tatuajes, pulsos u objetos de decoración para autos y hogares. La celebración del día de la cruz nos ofrece la oportunidad de retomar su significado a la vez que tratamos de interpretar las palabras de Jesús en su contexto.

Existen muchas frases en nuestra cultura que tienen su origen en palabras que Jesús dijo. Estas frases muchas veces han adquirido un significado diferente según el uso e interpretación de la gente. Usted posiblemente podrá recordar muchas de ellas: “Torne la otra mejilla”, “no dejes que tu mano derecha sepa lo que la mano izquierda está haciendo”, “llevar la carga dos millas extras”, “lobos disfrazados de corderos”,  “ojo por ojo, y diente por diente”,  “los que pelean con la espada, también a espada morirán” y muchas otras más.

Las palabras de Jesús, a menudo, estaban llenas de imágenes significativas y fáciles de recordar que rápidamente se convirtieron en parte del vocabulario popular de la gente. De tal modo que, fuera de su contexto original, han venido a significar algo completamente diferente de la intención de Jesús al decirlas. Y el peligro en este fenómeno radica en que, con mucha facilidad, podemos escuchar las palabras de Jesús, pero atribuyéndoles nuestro significado y perdiéndonos completamente el significado de lo que Jesús nos está diciendo.

¿Con cuánta frecuencia escuchamos a la gente quejarse de sinusitis, dolores de artritis, esposos abusivos  y muchas más, como la cruz que les ha tocado cargar? ¡La lista es interminable! Y en esencia, la frase ha tomado el significado de que tenemos que aprender a vivir con esas molestias y situaciones que la vida nos trae y que las hacen una sobrecarga por no ser más de lo que deberían ser.

Es cierto que cosas malas suceden a personas buenas; que es difícil tener que cargar con pesares que son un reto para cualquier persona y que con mucha frecuencia tenemos que aprender a vivir a pesar de ellos; pero si leemos lo que Jesús está diciendo en este pasaje  nos daremos cuenta que Jesús está hablando del costo de su discipulado. De lo que puede significar para nosotros, “tomar su cruz y seguirle”.

Artritis, desempleo, pagos de hipoteca, relaciones abusivas no son consecuencias del seguir a Jesús. Estas cosas le suceden a todos, seamos o no seguidores de Jesús. No queremos  quitarle la importancia y seriedad de tales retos, pero lo cierto es que ellas son parte de la experiencia humana, en vez de la experiencia cristiana. Decir esto no quita que estas dificultades y tragedias nos afecten a todos y sean reales, ya que lo son; pero no es de eso de lo que Jesús está hablando.

Jesús dijo: “Si alguno quiere ser discípulo mío, olvídese de sí mismo, cargue con su cruz y sígame” (Mateo 16:24). Jesús no dijo: “cargue con su cruz y clávese en ella”. Jesús dijo: “cargue con su cruz y sígame”.

¡Sígame! Dijo Jesús. Como queriendo decir, no se quede allí en ese lugar de la crucifixión; sino sígame al lugar de la resurrección. ¡Sígame a ese lugar de esperanza, de una nueva promesa de vida, a la oportunidad de un nuevo comienzo, al lugar donde el poder del amor vence los miedos y triunfa sobre lo peor que este mundo puede hacer, matar al propio Hijo de Dios!

Cuando cargamos con nuestra cruz y seguimos a Jesús como personas de la resurrección, en vez de cargar nuestra cruz como un símbolo de muerte, estamos tornando nuestras cruces en un símbolo de esperanza. Y es esa esperanza la que llevamos al mundo y lo que celebramos en el Día de la Santa Cruz.

Es un proceso que nos recuerda lo que la erudita bíblica Verna Dozier dijo una vez: “No me digas lo que crees, dime más bien qué diferencia hace en el mundo el que tú creas. Cargar nuestra cruz  es ser compañeros de Dios en la tarea de redimir este mundo para todos. Ese es el sueño de Dios. Dios nos ha dado el complemento más alto que podamos recibir al llamarnos a trabajar junto a nuestro Creador en la transformación del mundo; complemento que lamentablemente seguimos escapando para refugiarnos en las iglesias”.

Nuestra urgente tarea es reclamar la identidad como pueblo de Dios y vivir el llamado a cargar nuestra cruz como una comunidad de bautizados, miembros vivos del cuerpo de Cristo y recordando siempre que no debemos confundir a Dios con la Iglesia; porque a menudo preferimos adorar a Jesús en vez de seguir a Jesús. Cargar nuestra cruz, significa que nosotros no nos refugiamos en las iglesias debido al peso de nuestras cargas o por temor al futuro, sino más bien que venimos a las iglesias para cambiar el futuro. Esa es nuestra Santa Cruz. ¡Una cruz de triunfo y de esperanza y ante la cual pedimos que nos ayude Dios a cargar!

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Contacto:
Rvdo. Richard Acosta R., Th.D.

Editor, Sermones que Iluminan

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