Sermones que Iluminan

Fiesta de Santa María Virgen – 2012

August 16, 2012


Hoy celebramos la fiesta de santa María Virgen. Es una fiesta asociada a lo que en la Iglesia católica romana se conoce como la Asunción de María. No se sabe con certeza nada relacionado con el día, año y lugar en que murió la madre de Jesús.

La Iglesia derivó esta creencia de la asunción de la Tradición de los Apóstoles. Las fechas asignadas a este acontecimiento varían de 3 a 15 años después de la Ascensión de Cristo. Dos ciudades proclaman ser el lugar de su partida: Jerusalén y Éfeso. La opinión general favorece a Jerusalén, donde se muestra su tumba; pero algunos argumentan a favor de Éfeso. Durante los seis primeros siglos nada se supo sobre la tumba de María en Jerusalén. Si recurrimos a los escritores de Oriente, este hecho es mencionado en los sermones de santos como Andrés de Creta, Juan Damasceno y Modesto de Jerusalén. En Occidente, Gregorio de Tours es el primero que lo menciona.

San Juan el Damasceno formula así la tradición de la Iglesia de Jerusalén: san Juvenal, obispo de Jerusalén, en el Concilio de Calcedonia (451), hace saber al emperador Marciano y a Pulqueria, que desean hacerse con el cuerpo de la Madre de Dios, que María murió en presencia de todos los apóstoles, pero que su tumba, cuando fue abierta, a petición del apóstol Tomás,  fue hallada vacía; de esa forma los apóstoles concluyeron que el cuerpo había sido llevado al cielo, tal como hoy lo aceptan varias Iglesias cristianas.

Alejándonos un poco de este tema tan controversial y centrándonos más bien en lo que se conoce de ella, como son sus virtudes, su espiritualidad, sabemos que indudablemente María sigue siendo para todos nosotros un ejemplo de virtud cristiana.

María es un ejemplo de fe. En la anunciación leemos cómo ante el mensaje de Dios dado por el ángel Gabriel a María, ella acepta el ser escogida para ser la madre de nuestro Redentor, con las palabras, “Hágase en mi según tu palabra” (Lucas 1:38). Leyendo el texto con atención, vemos que este cumple con una estructura muy parecida a la que presentan los textos bíblicos cuando Dios elige a un rey o a un profeta para ungirlos y encomendarles una misión grande para la historia de salvación.

El texto de Lucas comienza con una introducción en la que ubica al lector en el tiempo y en el espacio: al sexto mes, en Nazaret. Nos dice quiénes son los personajes: el ángel Gabriel, María, virgen desposada con José. Luego el desarrollo del tema: comunicación del mensaje o Buena Noticia por parte del ángel, y respuesta de María. Presentación de un conflicto/dificultad o situación imposible: “¿Cómo puede ser esto, puesto que no conozco varón?” Este sencillo pero profundo detalle nos introduce en el tema del misterio de Dios, la acción divina, que sale de la situación normal nuestra, lo que es lógico a nuestro entendimiento, para llevarnos al tema de la fe, lo que para el mundo no es posible, sí lo es para Dios. El lector también recibe un anuncio salvífico: así como María no podía aceptar que quedase en embarazo sin la intervención de un esposo, tampoco nosotros podríamos aceptar la acción de Dios en nosotros. Y continúa la respuesta por parte del ángel: “El Espíritu Santo vendrá sobre ti”, es la acción de Dios hecha a María y a todos nosotros través de su Santo Espíritu. Dios actúa mediante su Espíritu para hacer en nosotros acciones extraordinarias. En seguida el ángel presenta un ejemplo claro que María ya conoce: la encarnación de Juan el Bautista. Esto para llevarnos a que veamos también las acciones de Dios ya hechas entre nosotros, los miembros de nuestra familia o comunidad eclesial. Sus palabras son concluyentes: “Porque para Dios no hay nada imposible”. Y concluye con respuesta de la Mujer elegida por Dios: “Hágase en mí según tu palabra”.

Ahora sabemos que María es la mujer de fe, la elegida. La persona de fe, confía y deja que la acción de Dios se realice. La persona que no tiene fe,  por otra parte, se impone a la acción que Dios quiere realizar por nuestro bien. El creyente acepta que hay situaciones que aunque no sean comprendidas por el ser humano, son posibles al Señor.

María es un ejemplo de servicio. Ahora imaginémonos a la joven María yendo desde Nazaret, su lugar de origen, al norte en Galilea, hasta Judá, al sur, cuatro millas al oeste de Jerusalén, unos tres o cuatro días de camino. Ella fue de prisa a atender a su prima Isabel que ya se aproximaba al parto de su hijo Juan, el profeta. El evangelio no nos narra todas las dificultades que tuvo que pasar María para hacer este viaje, en un momento muy difícil, embarazada, sin experiencia, pero siempre dispuesta a servir. De algún modo el evangelio nos dice que el servicio no se debe hacer cuando estamos bien o cuando es cómodo hacerlo, muchas veces servir a otros implica abrazar la dificultad, entrar en situaciones de incomodidad para hacer la diferencia no solo en lo que hacemos por los demás, sino el cómo lo hacemos. No podríamos dudar de que el servicio que ofreció María a Isabel fuera un servicio alegre y generoso, que inspira a otros a hacer lo mismo.

María es un ejemplo cristiano de perseverancia. En el evangelio de Mateo leemos que una vez nacido Jesús, María no regresó felizmente a Nazaret, para ser acogida y atendida por sus familiares y amigos, sino que junto con su esposo José y Jesús, tuvo que huir a Egipto, para librar a su hijo de las amenazas de Herodes el Grande. Lo que hizo esta familia santa, es lo que hoy podemos ver también en muchas familias inmigrantes, que huyen no de Herodes, sino del miedo a la violencia, al hambre, al desempleo y a tantos otros males que aquejan a la familia humana, y que viajan de país en país buscando seguridad y vida. Y como en el evangelio, entre los inmigrantes también encontramos mujeres embarazadas, o con recién nacidos, y tienen que caminar largas jornadas en situaciones de persecución, padecer las inclemencias del clima, sufrir hambre, sed y desnudez. De ahí que muchos pueblos nuestros encuentran en María ese testimonio de perseverancia en el esfuerzo por amar y defender la vida.

María es un ejemplo vivo en la Iglesia. El evangelista Lucas menciona María no solo durante la vida de Jesús: anunciación, infancia, crecimiento, vida pública, persecución y muerte, sino que también la incluye en la formación de las primeras comunidades cristianas. Nos cuenta cómo ella, luego de la muerte y resurrección de su Hijo, junto con los demás apóstoles, perseveraba en la oración, es decir, acudía a las sinagogas a alabar al Señor (Hechos 2). Nos dice que llevaba consigo a otras mujeres, seguramente a sus familiares, amigas y vecinas, para formar con ellas las primeras comunidades cristianas. En este ejemplo encontramos a María como la mujer que no solo aceptó la encarnación de Dios en sí misma, en su vientre, sino que también aceptó su mensaje, su propuesta de amor y salvación. María ya aceptó lo que aún nosotros estamos tratando de comprender y aceptar: que es el mensaje de Jesús el que nos lleva a vivir, a esperar, a celebrar y a construir iglesias de fe llenas de amor a Dios y a los demás.

Esta fiesta de María, se convierte en una oportunidad para valorar sus virtudes y para ver que en sus virtudes María sigue viva también entre nosotros.

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Contacto:
Rvdo. Richard Acosta R., Th.D.

Editor, Sermones que Iluminan

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