Sermones que Iluminan

Miércoles de Ceniza – 5 de marzo de 2025

March 05, 2025

LCR: Joel 2:1–2, 12–17 o Isaías 58:1–12; Salmo 103 o 103:8–14; 2 Corintios 5:20b–6:10;] San Mateo 6:1–6, 16–21.

En el miércoles de ceniza todo lo que está escondido es revelado

En la colecta de este día reconocemos nuestra capacidad de violar la confianza y el amor de Dios, y nuestra condición humana de pobreza espiritual, como también nuestro apego por las cosas materiales y el poder. Todas esto nos llevan a la destrucción y a atentar contra lo más sagrado: el amor en pensamientos, palabras y obras, la atención a quienes están en situación de vulnerabilidad, el cumplimiento de nuestras promesas y el respeto a la naturaleza. Las lecturas de hoy apuntan a la importancia del amor solidario y al espíritu de servicio con nuestros semejantes, construyendo de este modo la paz con justicia.

Isaías llama a la acción: romper las cadenas de la injusticia, liberar a los oprimidos, acabar con toda forma de tiranía, compartir nuestra comida con los que tienen hambre, dar ropa a los desposeídos y albergar a los que no tienen techo. El profeta Isaías nos implora: “no dejes de socorrer a tus semejantes”. El apóstol Pablo habla de la reconciliación con Dios, apelando a la bondad de espíritu, la capacidad de sacrificarse por valores que valen la pena y la fortaleza de resistirse a las tentaciones que las nefastas fuerzas del poder y la avaricia nos presentan a cada paso.

El Evangelio según San Mateo enfatiza la importancia de la humildad, el hacer el bien, no para vanagloriarse, sino para la gloria de Dios. Jesús cuestionaba que, en su época, las costumbres de ayuno y luto habían perdido el valor original como símbolos de arrepentimiento, pérdida, sacrificio o dolor. Las palabras de Jesús pueden convertirse en algo problemático si no se tiene conciencia de la importancia de las cenizas cubriendo la cabeza y el rasgarse las vestiduras en tiempos bíblicos. Jesús no cuestiona el rito, Jesús cuestiona la hipocresía.

Rasgarse las vestiduras y cubrirse la cabeza con cenizas eran dos costumbres bíblicas que permitían expresar y comunicar que alguien había atentado contra los mandamientos de Dios, que se arrepentía sinceramente por haber ofendido o desobedecido la voluntad de Dios. Las cenizas también comunicaban arrepentimiento o duelo al haber sufrido una afrenta o pérdida profunda, de esas que dejan heridas abiertas por mucho tiempo.

En la Biblia hebrea hay varios ejemplos de esta tradición: el libro de Ezequiel menciona que las personas se cubrían de cenizas como signo de arrepentimiento y contrición por sus pecados, reconociendo su necesidad de misericordia divina y la gracia de Dios para ser perdonados y restaurados; Cuando el profeta Jonás predijo la destrucción de Nínive si no se arrepentían, los habitantes de la ciudad se cubrieron de cenizas como señal de arrepentimiento y humildad, buscando el perdón de Dios y evitando su condena.

Las cenizas derramadas sobre la cabeza como expresión de dolor supremo, desolación, pérdida y vulnerabilidad, son notorias en el libro de Job. Después de que éste perdió a su familia, sus posesiones y su salud, él se cubrió su cabeza con cenizas como señal de su duelo y tristeza, lamentando su desgracia y clamando a Dios por misericordia y respuestas. El profeta Jeremías se cubrió de cenizas como señal de duelo y tristeza por la destrucción de Jerusalén y como acto de vergüenza ajena ante la deportación del pueblo de Israel, interpretado como un castigo de Dios.

En el segundo libro de Samuel, Tamar fue perversamente abusada sexualmente por su hermano Amnón. Luego de violarla, la humilló con insultos y la tiró a la calle, como si fuera una bolsa de basura descartable. Tamar denunció públicamente el agravio de su hermano, desgarrándose su vestido de realeza, de la misma manera que su cuerpo había sido desgarrado, y se cubrió la cabeza con cenizas. Lloró a gritos por campos y ciudades, corrió y gritó con su mano en la cabeza, mientras se cubría con ceniza, simbolizando su pérdida y duelo. Tamar denunció la atrocidad a la que fue sometida mientras rogaba misericordia y sanación.

En el miércoles de ceniza nos arrepentimos por todos nuestros pecados, confesamos las formas en que hemos ofendido a Dios, mostramos nuestras heridas abiertas mientras oramos por misericordia y sanación, y asumimos los mil y un modo en que hemos abusado de la creación de Dios. En el miércoles de ceniza todo lo que está escondido es revelado. Los hombres confiesan como le han negado lugar de autoridad a las mujeres, como las han maltratado y como han elegido ignorar el dolor que han causado. Confesamos toda ceguera de corazón: el orgullo, la vanidad y la hipocresía, la envidia, el odio, la malicia y toda falta de caridad. En el miércoles de ceniza confesamos todos los engaños del mundo que por la avaricia causan explotación, opresión y persecución, violencia de pensamiento, palabra y obra, al no seguir las enseñanzas de nuestro Señor Jesucristo. En el miércoles de ceniza todo lo que está escondido es revelado.

Con nuestra cruz de ceniza en la frente confesamos como hemos abusado de la creación de Dios, trayendo polución al medio ambiente, causando sequías y torrenciales que desproporcionadamente afectan a los pueblos más empobrecidos. Con nuestra cruz de ceniza en la frente nos confesamos, nos arrepentimos y le pedimos a Jesús que escuche nuestras súplicas de penitentes. Pedimos sanación, capacidad de reconstruir el camino de la verdad y de poder consolar a quienes lo necesitan. Oramos para tener el valor de abandonar conductas y formas de vida que nos llevan a la autodestrucción; elevamos plegarias para que aprendamos a tratar a la tierra con respeto y cuidado mientras comprendemos que es frágil y que ella necesita tanto de la humanidad, como la humanidad de ella. Con nuestra cruz de ceniza nos arrepentimos por los genocidios que ignoramos, por nuestra indiferencia a las guerras y por nuestra falta de compasión por los más vulnerables en nuestras comunidades.

En este miércoles de ceniza invocamos a los profetas de todos los tiempos, pasado, presente y futuro, para que en nuestra perseverancia podamos proclamar el amor de Dios por la humanidad y todo lo creado. Sinceramente nos arrepentimos por habernos callado ante las injusticias y habernos negado a corregir los errores de la historia en nuestras comunidades. En el miércoles de ceniza todo lo que está escondido es revelado.

La Reverenda Anahí Galante es Sacerdote en la Diócesis Episcopal de Nueva York. Desde su ordenación al sacerdocio ha servido como Sacerdote-A-Cargo, Sacerdote Suplente, Cuidados Pastorales y Predicadora Invitada en distintas comunidades de fe en transición, algunas con necesidades de sacerdotes bilingües o de habla hispana y otras angloparlantes. Actualmente ofrece cuidado pastoral y liderazgo litúrgico en La Iglesia del Buen Pastor, una comunidad rural en Granite Springs, NY. Desde el año 2021, colabora con la serie Sermones que Iluminan.

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Contacto:
Rvdo. Richard Acosta R., Th.D.

Editor, Sermones que Iluminan

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