Pascua 2 (C) – 27 de abril de 2025
April 27, 2025
LCR: Hechos 5:27–32; Salmo 118:14–29 o Salmo 150; Revelación 1:4–8; San Juan 20:19–31.

Iniciemos este sermón, hoy, al comenzar la segunda semana de la Pascua, con este hermoso saludo que usa Juan para dirigirse a sus comunidades cristianas y que encontramos en el libro de la Revelación: “Reciban ustedes gracia y paz de parte del que es y era y ha de venir, … y también de parte de Jesucristo, testigo fiel, que fue el primero en resucitar y tiene autoridad sobre los reyes de la tierra. Cristo nos ama”. Pidámosle a Dios que este deseo de Juan se haga realidad en nosotros. Que la gracia que nos da el Señor, la paz individual y colectiva y el amor abundante de Cristo llegue a nuestras vidas, familias y comunidades en este tiempo de Pascua; que Cristo, el que era y es, nos aumente la fe para debilitar las dudas de la fe y los temores ante las circunstancias de la vida, y que seamos sus testigos fieles hoy y siempre.
El tener dudas sobre la fe no es nada nuevo y no se incurre en pecado cuando nos llegan. La duda es más bien una puerta abierta al crecimiento en la fe, a la búsqueda de la verdad y al conocimiento. Ella despierta una inquietud constante en nuestro corazón que nos lleva al estudio consciente de la Palabra de Dios, al dialogo atento con el que cree, el sabio, el prudente, el director espiritual; nos lleva a una oración más profunda y constante, a escuchar a las comunidades de fe y la predicación del sacerdote, diacono o laico, a ser más disciplinados en nuestra participación en los servicios dominicales y a estar más presentes el uno para el otro, no sólo en la oración, sino en el servicio, la ayuda, la enfermedad, la necesidad, la duda y el amor al otro.
Hoy, el evangelista Juan en su evangelio, nos cuenta que Tomas, al escuchar que Jesús había resucitado y que se había hecho presente en la comunidad de los discípulos, duda y pide pruebas para creerlo. Este texto, en breve, nos dice que los discípulos de Jesús también tuvieron dudas sobre la resurrección. ¿Y cómo las resolvieron? La comunidad de los discípulos estaba llena de temor ante la persecución de aquellos enemigos de Jesús y de su propuesta, por eso están a puertas cerradas. Jesús se hace presente en medio de ellos para fortalecerlos, animarlos, abrirles el conocimiento y llevarlos a que abran las puertas para continuar predicando sobre su vida y su mensaje del reino. Este pasaje nos da un mensaje sobre la fe, y es importante tenerlo en cuenta como práctica cristiana. Creer en Jesús y en su resurrección no es el producto de un laboratorio o una lectura individualizada de la biblia, sino de una experiencia de Dios en comunidad. Es en la comunidad de fe donde Jesús revela su gloria y su poder y su nueva vida de resucitado.
Es en la comunidad de fe donde se recibe al Espíritu santo. Él se manifiesta, sana, fortalece y otorga la paz a las personas reunidas en nombre del Señor. Así que cada vez que la comunidad de fe se reúne a celebrar, el Espíritu Santo se hace presente y actúa con todo su poder en la vida del creyente. Es también en la historia viva de fe de la comunidad, en su testimonio y en la valentía de vivir y volver la historia de Jesús su propia historia, la que llevará a muchos a creer y a superar sus dudas y temores.
Volvamos nuestros rostros al Señor, alimentemos la fe con la oración en comunidad; no nos aislemos, agrupémonos constantemente, cada semana y apoyémonos unos a otros. Éste es un tiempo de testimonio, de expansión del mensaje de la fe, de la ola del amor de Jesús, para que otros reciban a Cristo y su mensaje. Es importante no darnos por vencidos, sino predicar sobre amor para vencer el odio, sobre la vida para derrotar la muerte, sobre la comunidad para superar el individualismo, sobre la solidaridad para acabar con el egoísmo.
En este tiempo pascual necesitamos que nuestras comunidades, personas y familias no se detengan, sino que, con la gracia de Dios y la misma valentía de Pedro y los demás apóstoles -narrada en Hechos de los Apóstoles-, reconozcamos que el Espíritu Santo nos impulsa y que “es nuestro deber obedecer a Dios antes que a los hombres”.
¡Amén, Aleluya!
El Rev. Fabio Sotelo es Sacerdote Encargado de la Iglesia San Eduardo, en Lawrenceville, Georgia, una parroquia bilingüe. El recibió una maestría en Filosofía y Literatura en la Universidad Santo Tomas de Bogotá, Colombia, una maestría en Teología en la Universidad de Santa María, Emmitsburg, Maryland y actualmente prepara su tesis doctoral en Liturgia en la Universidad del Sur, Suwannee, Tennessee.
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