Estudio Bíblico

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Estudio Bíblico: Navidad 2 – 4 de enero de 2026

January 04, 2026

LCR: Jeremías 31:7-14; Salmo 84 o 84:1-8; Efesios 1:3-6, 15-19a; Lucas 2:41-52

Esta semana, intenta ver la Buena Nueva de Jesús a través de los ojos de un niño.

Oración inicial

Dios, que prodigiosamente creaste y maravillosamente renovaste la dignidad humana; concede que participemos de la divinidad de aquel que se humilló a participar de nuestra humanidad: tu Hijo Jesucristo, quien contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo, un solo Dios ahora y siempre. Amén.

Contexto

La narración de hoy es exclusiva del Evangelio de Lucas y nos ofrece la rara oportunidad de reflexionar sobre la infancia de Jesús. Anteriormente en este capítulo, Jesús ha sido presentado en el templo de Jerusalén por sus padres terrenales poco después de su nacimiento. Era costumbre en el antiguo Israel, según las prácticas del judaísmo, que el primogénito varón de cada familia fuera llevado al templo para su purificación y que regresara regularmente para recibir instrucción religiosa. Como judíos fieles, María y José hicieron lo mismo con Jesús. 

También escuchamos dos profecías distintas atribuidas a Jesús en los versículos anteriores de este capítulo. Primero, un hombre llamado Simeón presenta su canto de alabanza, llamando a Jesús « luz que alumbrará a las naciones y que será la gloria de tu pueblo Israel» (Lucas 2:32). La segunda profecía proviene de una anciana, Ana. Ella profetiza que el niño Jesús será quien traerá la redención —o la liberación, como afirman algunos eruditos— a Jerusalén (Lucas 2:38).

La narrativa del Evangelio de Lucas reitera intencionadamente la relación de Dios con el pueblo de Israel a lo largo de la historia y enfatiza la continuidad de esa relación a través de Jesús, el Hijo. Un niño, igualmente divino y humano, será criado entre el pueblo judío y, en última instancia, traerá la salvación a todos.

Avancemos unos doce años desde el nacimiento de Jesús: este pasaje comienza con un niño aparentemente normal, con padres normales, que viven fielmente en comunidad y siguen las costumbres establecidas por la ley de Dios. Los lectores del texto deben contraponer las impresionantes y grandiosas afirmaciones de un Salvador divino con la narración de una madre y un padre que hacen lo que pueden para criar a su hijo. Pero en este punto, ¿entienden realmente quién es él? ¿Lo entienden los lectores dos mil años después?

Reflexión teológica

Esta semana, en el año eclesiástico, continuamos nuestra celebración del nacimiento de Jesús, dando la bienvenida a Dios encarnado en nuestro mundo. Lucas 2:41-52 nos adentra en el tema de la naturaleza plenamente divina y plenamente humana de Jesús. Independientemente de si los demás personajes de la narración lo entienden o no, Jesús dice en voz alta que está en la casa de su Padre: el templo de Dios (Lucas 2:49). En ese momento, revela la verdad con esa franqueza que solo un preadolescente puede tener: ¡Él es el Hijo de Dios! 

Sin embargo, nadie parece entenderlo. Los rabinos del templo están sin duda impresionados con las preguntas y las respuestas reflexivas de Jesús, pero es dudoso que sospechen que ante ellos se encuentra algo más que un niño de doce años más inteligente que la media. El versículo 50 afirma que los padres de Jesús ciertamente «no entendieron lo que les decía». Entonces, ¿cómo responde Jesús a su confusión? Se va a casa con sus padres.

Los lectores de hoy, como herederos de las Escrituras, saben que este no es el final de la historia. Esto es solo el comienzo del ministerio terrenal de Jesús y su camino de revelación. Él continúa viviendo, trabajando, adorando y enseñando entre su familia y su comunidad. Lleva su mensaje de salvación por toda Galilea y más allá, independientemente de cómo sea recibido. 

Pero, ¿qué hay de aquellos entre quienes Jesús vivió y se movió, aquellos con quienes compartió su humanidad directamente en comunidad? No tenían forma de saber adónde conduciría todo esto, ni cómo se cumplirían las profecías sobre Jesús. ¿Qué significaba para ellos que Jesús estuviera con ellos, especialmente si nunca comprendieron su verdadera naturaleza mientras vivió y caminó entre ellos?

Consideremos el último versículo de este pasaje: «Y Jesús seguía creciendo en sabiduría y estatura, y gozaba del favor de Dios y de los hombres» (Lucas 2:52). El autor de Lucas tiene algo que decir aquí sobre la propia formación y desarrollo de Jesús a medida que crece. Jesús elige humillarse y participar en la comunidad con quienes le rodean. Aprende y crece como lo haría un niño humano, al tiempo que invita a otros a compartir con él su vida divina. A través de Jesús, el Hijo, Dios Padre llega a la humanidad de una nueva manera. Quizás Jesús podría haber manifestado el don de la salvación por sí mismo, pero la realidad es que no lo hizo. En cambio, lo reveló a través de las relaciones con aquellos con quienes se encontró a lo largo de su vida y ministerio. Y continúa revelándonoslo, en la promesa de la vida eterna, como Cristo nuestro Salvador.

En el centro de este pasaje de Lucas se encuentra el recordatorio de que nuestra propia salvación se nos revela una y otra vez, a lo largo de nuestras vidas, a medida que nos comprometemos con las Escrituras y experimentamos las enseñanzas de Jesús en el día a día. Al vivir, trabajar, adorar y aprender en comunidad, buscando compartir la divinidad de Cristo como seres humanos amados, nos acercamos más a la relación con el único Dios: Padre, Hijo y Espíritu Santo.

Preguntas para la reflexión

  • ¿Qué significa para ti que Jesús, tu Salvador, comparta tu humanidad?
  • ¿De qué maneras se te ha revelado el plan de salvación de Dios en tu vida? ¿Qué es lo que aún no te queda claro?
  • Reflexiona sobre tu propia infancia. ¿Cómo te ayudaron los demás a crecer en sabiduría mientras crecías?
  • ¿Cómo te está formando tu familia y/o tu comunidad actual para reconocer destellos de la vida divina?

La fe en la práctica

Esta semana, intenta ver la Buena Nueva de Jesús a través de los ojos de un niño. Habla con un niño de tu entorno sobre su fe o simplemente observa cómo se involucra tu comunidad de fe en la formación de los niños esta semana. Fíjate en lo que puedes aprender de ellos y de su perspectiva, así como en lo que puedes ofrecerles como maestro. Reza con ellos y por ellos, pidiendo a Dios que les conceda la fuerza y la sabiduría necesarias para seguir el ejemplo de Jesús en todos los aspectos de la vida.

Paige Trivett (ella) es seminarista de último año en el Seminario del Suroeste en Austin, Texas, y candidata a las órdenes sagradas en la Diócesis Episcopal de Virginia. Tiene experiencia previa en puestos de liderazgo en el ministerio de campamentos de verano de su diócesis y ha sido mentora en el programa Educación para el Ministerio. Los intereses ministeriales actuales de Paige incluyen el ministerio parroquial multicultural y la capellanía hospitalaria.

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Contacto:
Rvdo. Richard Acosta R., Th.D.

Editor, Sermones que Iluminan

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