Estudio Bíblico

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Estudio Bíblico: Propio 20 (A) – 2017

September 24, 2017


Éxodo 16:2-15

¿Alguna vez has sentido verdadera hambre? ¿La clase que crea un delirio sordo y dolorido en el que nada importa más que encontrar alimento? En Occidente, estamos ampliamente alejados de esta experiencia, por lo que es difícil vivir plenamente la desesperación de los hambrientos israelitas, errantes y lamentándose. Y así estamos igualmente alejados del intenso, encarnado milagro de descubrir el maná de Dios en el desierto.

En la historia de Dios y del pueblo de Dios, hay una corriente de hambre y satisfacción, que aparece una y otra vez. En todos los casos, el verdadero alimento proviene de Dios, y no de las débiles maquinaciones de la humanidad -pensemos en el Edén, en la Última Cena, en la Eucaristía en la que participamos. Podemos sobrevivir (por un tiempo) por nuestra cuenta, pero el verdadero camino no puede ser andado sin la abundancia de Dios. Debemos sentir primero esa hambre en nosotros antes de que podamos ser alimentados.

  • ¿Qué es lo que verdaderamente te alimenta? ¿Dónde, aparte de en Dios, has buscado satisfacer la profunda hambre interior? ¿Cómo te ha resultado?

Salmo 105:1-6, 37-45

Este salmo, que exalta las maravillas de la misericordia y providencia de Dios, merece una pausa introspectiva. El salmista alaba a Dios por lo que Dios ha hecho, no por lo que Dios pensó o sintió. Dios prueba la existencia de la gracia y misericordia de Dios mediante la acción. Para poner un punto más fino en ello, Dios no simplemente envió vagos “pensamientos y oraciones” a los hambrientos israelitas.

Vivimos en un momento de necesidad urgente, tanto en casa como en todo el mundo. Más que nunca, por los medios sociales y la comunicación de masas, estamos expuestos a las maravillas y horrores de nuestra experiencia común como seres humanos en este planeta. Si hemos de caminar como pueblo de Dios, debemos mostrarlo en la acción, como Dios lo hace, y no simplemente en una postura pasiva de pensamientos comprensivos. Esto no es una cuestión de “ganar la salvación” o marcar puntos con un marcador divino. Simplemente, si somos llamados a “dar a conocer las obras [de Dios] entre los pueblos”, entonces necesitamos encarnar eso en nuestras propias obras.

  • ¿Cómo es tu vida representativa de la acción de oración? ¿Qué podrías hacer, ahora mismo, para incorporar más plenamente las obras de Dios de misericordia y providencia?

Filipenses 1:21-30

Pablo establece aquí una dicotomía interesante: la elección entre morir para “partir y estar con Cristo” o “luchar lado a lado” con la Iglesia en la tierra. Esto plantea algunas preguntas desafiantes: ¿es estar con Cristo en otra dimensión superior a vivir “en la carne”? ¿En qué dimensión –en la carne o en el espíritu- debemos concentrarnos?

Pablo hace su elección: permanecer y trabajar junto a la comunidad amada, aun cuando sufre. E, implícitamente, estamos llamados a la misma decisión. No importa cuán grande sea nuestro anhelo de unión personal con Cristo, estamos aquí, ahora. No importa cuán quebrada esté esta creación, ahora somos parte de ella. Tenemos que trabajar, y tal vez sufrir, pero en Cristo, encontramos significado: la Vida en el corazón de la vida.

  • ¿Qué quieres hacer con tu única y preciosa vida antes de morir? ¿Cómo puedes encontrar a Cristo en medio de tu desordenada existencia terrenal?

Mateo 20:1-16

¿No hay algo en ti que te indigna en nombre de los primeros trabajadores de esta parábola? Después de todo, ponen un largo día de trabajo; hicieron lo que se esperaba de ellos; ellos cumplieron las reglas. Y luego estas otras personas vienen, trabajan al mínimo, y ¿se aprovechan del trabajo de otros? ¡No es justo! ¿No se supone que Dios es justo?

¿No hay algo en ti que te indigna en nombre de (o como uno de) los trabajadores pobres de este país? Después de todo, trabajaste a largo del día; hiciste lo que se esperaba de ti; trabajaste según las normas. Y luego estas otras personas vienen, trabajan al mínimo, y ¿se benefician de tu trabajo? ¡No es justo!

Debemos tener cuidado de hacer de las parábolas historias morales lindas (es decir, Dios recompensa a todos por igual, y ¿no es tan bonito?) Tal vez esas conclusiones ordenadas sean verdad. Tal vez. Pero también, tal vez Dios no sea el terrateniente generoso en esta perícopa. Tal vez Dios sea la pregunta silenciosa al final de la parábola. Tal vez el reino de Dios sea nuestra respuesta de ira justa ante un esquema tan injusto. Tal vez.

  • ¿Dónde ves a Dios en esta parábola? Mira de nuevo; ¿dónde podría estar Dios?

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Contacto:
Rvdo. Richard Acosta R., Th.D.

Editor, Sermones que Iluminan

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