Calendario Litúrgico

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Primer Domingo después de Navidad

La Colecta:

Dios todopoderoso, tú has derramado sobre nosotros la nueva luz de tu Verbo encarnado: Concede que esta luz, que arde en nuestro corazón, resplandezca en nuestra vida; mediante nuestro Señor Jesucristo, que vive y reina contigo, en la unidad del Espíritu Santo, un solo Dios, ahora y por siempre. Amén.

Antiguo Testamento: Isaías 61:10-62:3

10 ¡Cómo me alegro en el Señor! 
Me lleno de gozo en mi Dios, 
porque me ha brindado su salvación, 
¡me ha cubierto de victoria! 
Soy como un novio que se pone su corona 
o una novia que se adorna con sus joyas. 
11 Porque así como nacen las plantas de la tierra 
y brotan los retoños en un jardín, 
así hará el Señor que brote su victoria 
y que todas las naciones entonen cantos de alabanza. 

Por amor a ti, Sión, no me quedaré callado; 
por amor a ti, Jerusalén, no descansaré 
hasta que tu victoria brille como el amanecer 
y tu salvación como una antorcha encendida. 
Las naciones verán tu salvación, 
todos los reyes verán tu gloria. 
Entonces tendrás un nombre nuevo 
que el Señor mismo te dará. 
Tú serás una hermosa corona real 
en la mano del Señor tu Dios.     

Salmo: 147 or 147:13-21

[1     ¡Aleluya! ¡Cuán bueno es cantar alabanzas a nuestro Dios! *
             ¡Cuán agradable es honrarle con loores!
  2     El Señor reconstruye Jerusalén; *
             a los desterrados de Israel recoge.
  3     El sana a los quebrantados de corazón, *
             y venda sus heridas.
  4     Cuenta el número de las estrellas; *
             a todas ellas llama por su nombre.
  5     Grande es el Señor nuestro, incomparable su poder, *
             infinita su sabiduría.
  6     El Señor levanta a los humildes, *
             mas humilla hasta el polvo a los malvados.
  7     Canten al Señor con acción de gracias; *
             toquen el arpa a nuestro Dios.
  8     El cubre los cielos de nubes, *
             y prepara la lluvia para la tierra;
  9     Hace brotar la hierba en los montes, *
             y plantas verdes para la humanidad.
10     Da alimento a los ganados, *
             y a las crías de cuervo que graznan.
11     No se deleita en el vigor del caballo, *
             ni se complace en la fortaleza del hombre.
12     Se complace el Señor en los que le veneran, *
             en los que confían en su gracia y favor.]
13     Glorifica al Señor, oh Jerusalén; *
             alaba a tu Dios, oh Sión;
14     Porque ha fortalecido los cerrojos de tus puertas; *
             ha bendecido a tus hijos dentro de ti.
15     Ha establecido la paz en tus fronteras; *
             te sacia con lo mejor del trigo.
16     El envía su decreto a la tierra, *
             y su palabra corre veloz.
17     Despliega la nieve como lana; *
             derrama la escarcha como ceniza.
18     Esparce su granizo como migajas; *
             ante su frío, ¿quién resistirá?
19     Envía su palabra, y se derriten; *
             sopla su viento, y corren las aguas.
20     Declara su palabra a Jacob, *
             sus estatutos y sus juicios a Israel.
21     No ha tratado así a ninguna otra nación, *
             ni les ha dado a conocer sus mandatos. Aleluya!

Nuevo Testamento: Gálatas 3:23-25;4:4-7

23 Antes de venir la fe, la ley nos tenía presos, esperando a que la fe fuera dada a conocer. 24 La ley era para nosotros como el esclavo que vigila a los niños, hasta que viniera Cristo, para que por la fe obtuviéramos la justicia. 25 Pero ahora que ha llegado la fe, ya no estamos a cargo de ese esclavo que era la ley. […]

4 Pero cuando se cumplió el tiempo, Dios envió a su Hijo, que nació de una mujer, sometido a la ley de Moisés, 5 para rescatarnos a los que estábamos bajo esa ley y concedernos gozar de los derechos de hijos de Dios. 6 Y porque ya somos sus hijos, Dios mandó el Espíritu de su Hijo a nuestros corazones; y el Espíritu clama: «¡Abbá! ¡Padre!» 7 Así pues, tú ya no eres esclavo, sino hijo de Dios; y por ser hijo suyo, es voluntad de Dios que seas también su heredero.     

El Evangelio: Juan 1:1-18

En el principio ya existía la Palabra; y aquel que es la Palabra estaba con Dios y era Dios. Él estaba en el principio con Dios. Por medio de él, Dios hizo todas las cosas; nada de lo que existe fue hecho sin él. En él estaba la vida, y la vida era la luz de la humanidad. Esta luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no han podido apagarla. 

Hubo un hombre llamado Juan, a quien Dios envió como testigo, para que diera testimonio de la luz y para que todos creyeran por lo que él decía. Juan no era la luz, sino uno enviado a dar testimonio de la luz. La luz verdadera que alumbra a toda la humanidad venía a este mundo. 

10 Aquel que es la Palabra estaba en el mundo; y, aunque Dios hizo el mundo por medio de él, los que son del mundo no lo reconocieron. 11 Vino a su propio mundo, pero los suyos no lo recibieron. 12 Pero a quienes lo recibieron y creyeron en él, les concedió el privilegio de llegar a ser hijos de Dios. 13 Y son hijos de Dios, no por la naturaleza ni los deseos humanos, sino porque Dios los ha engendrado. 

14 Aquel que es la Palabra se hizo hombre y vivió entre nosotros. Y hemos visto su gloria, la gloria que recibió del Padre, por ser su Hijo único, abundante en amor y verdad. 15 Juan dio testimonio de él, diciendo: «Éste es aquel a quien yo me refería cuando dije que el que viene después de mí es más importante que yo, porque existía antes que yo.» 

16 De su abundancia todos hemos recibido un don en vez de otro; 17 porque la ley fue dada por medio de Moisés, pero el amor y la verdad se han hecho realidad por medio de Jesucristo. 18 Nadie ha visto jamás a Dios; el Hijo único, que es Dios y que vive en íntima comunión con el Padre, es quien nos lo ha dado a conocer.

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Las lecturas del Antiguo Testamento, el Nuevo Testamento y los Evangelios provienen de la Biblia Nueva Versión Estándar Revisada: Edición Anglicana, copyright 1989, 1995, División de Educación Cristiana del Consejo Nacional de las Iglesias de Cristo en los Estados Unidos de América. Usado con permiso. Todos los derechos reservados.

Las Colectas, Salmos y Cánticos son del Libro de Oración Común, 1979.

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