Calendario Litúrgico

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Vigésimo primer Domingo después de Pentecostés

Propio 26

La Colecta:

Dios de poder y piedad, sólo de ti mana el don que hace posible que tu pueblo fiel te sirva sincera y laudablemente: Concédenos que, para lograr el premio de tus promesas celestiales, podamos correr sin tropiezos; por Jesucristo nuestro Señor, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, ahora y por siempre. Amén.

Antiguo Testamento: Habacuc 1:1-4; 2:1-4

1 Éste es el mensaje que el Señor reveló al profeta Habacuc. 

2 Señor, ¿hasta cuándo gritaré pidiendo ayuda 
sin que tú me escuches? 
¿Hasta cuándo clamaré a causa de la violencia 
sin que vengas a librarnos? 
3 ¿Por qué me haces ver 
tanta angustia y maldad? 
Estoy rodeado de violencia y destrucción; 
por todas partes hay pleitos y luchas. 
4 No se aplica la ley, 
se pisotea el derecho, 
el malo persigue al bueno 
y se tuerce la justicia.  […]

1 Estaré atento y vigilante, 
como lo está el centinela en su puesto, 
para ver qué me dice el Señor 
y qué respuesta da a mis quejas. 

2 El Señor me contestó: 
«Escribe en tablas de barro lo que te voy a mostrar, 
de modo que pueda leerse de corrido. 
3 Aún no ha llegado el momento 
de que esta visión se cumpla; 
pero no dejará de cumplirse. 
Tú espera, aunque parezca tardar, 
pues llegará en el momento preciso. 
4 Escribe que los malvados son orgullosos, 
pero los justos vivirán por su fidelidad a Dios.»

Salmo: 119:137-144

137     Justo eres tú, oh Señor, *
               y rectos son tus juicios.
138     Has promulgado tus decretos *
               con justicia y suma fidelidad.
139     La indignación me ha consumido, *
               porque mis enemigos se olvidan de tus palabras.
140     Tu palabra ha pasado las más duras pruebas, *
               y tu siervo la atesora.
141     Pequeño soy e insignificante, *
               pero no olvido tus mandamientos.
142     Tu justicia es justicia eterna, *
               y tu ley es la verdad.
143     Aflicción y angustia se han apoderado de mí, *
               mas tus mandamientos son mi delicia.
144     La rectitud de tus decretos es eterna; *
               dame entendimiento, y viviré.

Antiguo Testamento: Isaías 1:10-18

10 Jefes de Sodoma, escuchen la palabra del Señor; 
pueblo de Gomorra, oye atentamente 
lo que nuestro Dios te va a enseñar. 

11 El Señor dice: 
«¿Para qué me traen tantos sacrificios? 
Ya estoy harto de sus holocaustos de carneros 
y de la grasa de los terneros; 
me repugna la sangre de los toros, carneros y cabritos. 
12 Ustedes vienen a presentarse ante mí, 
pero ¿quién les pidió que pisotearan mis atrios? 
13 No me traigan más ofrendas sin valor; 
no soporto el humo de ellas. 
Ustedes llaman al pueblo 
a celebrar la luna nueva y el sábado, 
pero yo no soporto las fiestas de gente que practica el mal. 
14 Aborrezco sus fiestas de luna nueva y sus reuniones; 
¡se me han vuelto tan molestas 
que ya no las aguanto! 
15 Cuando ustedes levantan las manos para orar, 
yo aparto mis ojos de ustedes; 
y aunque hacen muchas oraciones, 
yo no las escucho. 
Tienen las manos manchadas de sangre. 
16 ¡Lávense, límpiense! 
¡Aparten de mi vista sus maldades! 
¡Dejen de hacer el mal! 
17 ¡Aprendan a hacer el bien, 
esfuércense en hacer lo que es justo, 
ayuden al oprimido, 
hagan justicia al huérfano, 
defiendan los derechos de la viuda!» 

18 El Señor dice: 
«Vengan, vamos a discutir este asunto. 
Aunque sus pecados sean como el rojo más vivo, 
yo los dejaré blancos como la nieve; 
aunque sean como tela teñida de púrpura, 
yo los dejaré blancos como la lana.» 

Salmo: 32:1-8

  1     Bienaventurados aquéllos cuyas transgresiones son perdonadas, *
             y quitados sus pecados.
  2     Bienaventurados a quienes no atribuye culpa el Señor, *
             y en cuyo espíritu no hay engaño.
  3     Mientras callé, se envejecieron mis huesos *
             porque gemí todo el día;
  4     Porque de día y de noche pesó sobre mí tu mano; *
             se volvió mi verdor en sequedad de verano.
  5     Mi pecado entonces te declaré, *
             y no encubrí mi culpa.
  6     Dije: “Confesaré a ti mis transgresiones”; *
             y luego tú perdonaste la culpa de mi pecado.
  7     Por ello orarán los fieles en tiempo de necesidad *
             ciertamente en la inundación de muchas aguas no llegará ésta a ellos.
  8     Tú eres mi escondite; me guardarás de angustias; *
             con gritos de liberación me rodearás.

Nuevo Testamento: 2 Tesalonicenses 1:1-4, 11-12

1 Pablo, Silvano y Timoteo saludan a la comunidad de los creyentes de la ciudad de Tesalónica, que están unidos a Dios nuestro Padre y al Señor Jesucristo. 2 Que Dios nuestro Padre y el Señor Jesucristo derramen su gracia y su paz sobre ustedes. 

3 Hermanos, siempre tenemos que dar gracias a Dios por ustedes, como es justo que hagamos, porque la fe de ustedes está creciendo y el amor que cada uno tiene por los otros es cada vez mayor. 4 De modo que nosotros mismos hablamos de ustedes con satisfacción en las iglesias de Dios, por la fortaleza y la fe que ustedes muestran en medio de todas las persecuciones y aflicciones que sufren. […]

11 Con este fin oramos siempre por ustedes, pidiendo a nuestro Dios que los haga dignos del llamamiento que les hizo, y que cumpla por su poder todos los buenos deseos de ustedes y los trabajos que realizan movidos por su fe. 12 De esta manera, el nombre de nuestro Señor Jesús será honrado por causa de ustedes, y él los honrará conforme a la bondad de nuestro Dios y del Señor Jesucristo. 

El Evangelio: Lucas 19:1-10

1 Jesús entró en Jericó y comenzó a atravesar la ciudad. 2 Vivía allí un hombre rico llamado Zaqueo, jefe de los que cobraban impuestos para Roma. 3 Éste quería conocer a Jesús, pero no conseguía verlo porque había mucha gente y Zaqueo era pequeño de estatura. 4 Por eso corrió adelante y, para alcanzar a verlo, se subió a un árbol cerca de donde Jesús tenía que pasar. 5 Cuando Jesús pasaba por allí, miró hacia arriba y le dijo: —Zaqueo, baja en seguida, porque hoy tengo que quedarme en tu casa. 

6 Zaqueo bajó aprisa, y con gusto recibió a Jesús. 7 Al ver esto, todos comenzaron a criticar a Jesús, diciendo que había ido a quedarse en la casa de un pecador. 8 Zaqueo se levantó entonces y le dijo al Señor: —Mira, Señor, voy a dar a los pobres la mitad de todo lo que tengo; y si le he robado algo a alguien, le devolveré cuatro veces más. 

9 Jesús le dijo: —Hoy ha llegado la salvación a esta casa, porque este hombre también es descendiente de Abraham. 10 Pues el Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que se había perdido.

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Las Colectas, Salmos y Cánticos son del Libro de Oración Común, 1979.

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