Calendario Litúrgico

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Vigésimo sexto Domingo después de Pentecostés

Propio 28

La Colecta:

Bendito Señor, tú que inspiraste las Sagradas Escrituras para nuestra enseñanza: Concede que de tal manera las oigamos, las leamos, las consideremos, las aprendamos e interiormente las asimilemos, que podamos abrazar y siempre mantener la esperanza bendita de la vida eterna, que nos has dado en nuestro Salvador Jesucristo; que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

Antiguo Testamento: 1 Samuel 1:4-20

Cuando Elcaná ofrecía el sacrificio, daba su ración correspondiente a Peniná y a todos los hijos e hijas de ella, pero a Ana le daba una ración especial, porque la amaba mucho, a pesar de que el Señor le había impedido tener hijos. Por esto Peniná, que era su rival, la molestaba y se burlaba de ella, humillándola porque el Señor la había hecho estéril. 

Cada año, cuando iban al templo del Señor, Peniná la molestaba de este modo; por eso Ana lloraba y no comía. Entonces le decía Elcaná, su marido: «Ana, ¿por qué lloras? ¿Por qué estás triste y no comes? ¿Acaso no soy para ti mejor que diez hijos?» 

En cierta ocasión, estando en Siló, Ana se levantó después de la comida. El sacerdote Elí estaba sentado en un sillón, cerca de la puerta de entrada del templo del Señor. 10 Y Ana, llorando y con el alma llena de amargura, se puso a orar al Señor 11 y le hizo esta promesa: «Señor todopoderoso: Si te dignas contemplar la aflicción de esta sierva tuya, y te acuerdas de mí y me concedes un hijo, yo lo dedicaré toda su vida a tu servicio, y en señal de esa dedicación no se le cortará el pelo.» 

12 Como Ana estuvo orando largo rato ante el Señor, Elí se fijó en su boca; 13 pero ella oraba mentalmente. No se escuchaba su voz; sólo se movían sus labios. Elí creyó entonces que estaba borracha, 14 y le dijo: —¿Hasta cuándo vas a estar borracha? ¡Deja ya el vino! 

15 —No es eso, señor —contestó Ana—. No es que haya bebido vino ni ninguna bebida fuerte, sino que me siento angustiada y estoy desahogando mi pena delante del Señor. 16 No piense usted que soy una mala mujer, sino que he estado orando todo este tiempo porque estoy preocupada y afligida. 

17 —Vete en paz —le contestó Elí—, y que el Dios de Israel te conceda lo que le has pedido. 

18 —Muchísimas gracias —contestó ella. 

Luego Ana regresó por donde había venido, y fue a comer, y nunca más volvió a estar triste. 19 A la mañana siguiente madrugaron y, después de adorar al Señor, regresaron a su casa en Ramá. Después Elcaná se unió con su esposa Ana, y el Señor tuvo presente la petición que ella le había hecho. 20 Así Ana quedó embarazada, y cuando se cumplió el tiempo dio a luz un hijo y le puso por nombre Samuel, porque se lo había pedido al Señor.

Salmo: 1 Samuel 2:1-10

Y Ana oró de esta manera: 
«Señor, yo me alegro en ti de corazón 
porque tú me das nuevas fuerzas. 
Puedo hablar contra mis enemigos 
porque tú me has ayudado. 
¡Estoy alegre! 
¡Nadie es santo como tú, Señor! 
¡Nadie protege como tú, Dios nuestro! 
¡Nadie hay fuera de ti! 
Que nadie hable con orgullo, 
que nadie se jacte demasiado, 
porque el Señor es el Dios que todo lo sabe, 
y él pesa y juzga lo que hace el hombre. 
Él destruye los arcos de los poderosos, 
y reviste de poder a los débiles; 
los que antes tenían de sobra, 
ahora se alquilan por un pedazo de pan; 
pero los que tenían hambre, 
ahora ya no la tienen. 
La mujer que no podía tener hijos, 
ha dado a luz siete veces; 
pero la que tenía muchos hijos, 
ahora está completamente marchita. 
El Señor quita la vida y la da; 
nos hace bajar al sepulcro 
y de él nos hace subir. 
El Señor nos hace pobres o ricos; 
nos hace caer y nos levanta. 
Dios levanta del suelo al pobre 
y saca del basurero al mendigo, 
para sentarlo entre grandes hombres 
y hacerle ocupar un lugar de honor; 
porque el Señor es el dueño 
de las bases de la tierra, 
y sobre ellas colocó el mundo. 
Él cuida los pasos de sus fieles, 
pero los malvados mueren en la oscuridad, 
porque nadie triunfa por la fuerza. 
10 El Señor hará pedazos a sus enemigos, 
y desde el cielo enviará truenos contra ellos. 
El Señor juzgará al mundo entero; 
dará poder al rey que ha escogido 
y hará crecer su poder.» 

Antiguo Testamento: Daniel 12:1-3

Lo que está inscrito en el libro de la verdad, como revelado a Daniel:

«“En ese momento aparecerá Miguel, el gran ángel protector que defiende a tu pueblo.

»”Será un momento angustioso, 
un momento como no ha habido otro 
desde que existen las naciones. 
Cuando ese momento llegue, 
se salvarán todos los de tu pueblo 
que tienen su nombre escrito en el libro. 
Muchos de los que duermen en la tumba, despertarán: 
unos para vivir eternamente, 
y otros para la vergüenza y el horror eternos. 
Los hombres sabios, 
los que guiaron a muchos por el camino recto, 
brillarán como la bóveda celeste; 
¡brillarán por siempre, como las estrellas!”»     

Salmo: 16

  1     Guárdame, oh Dios, porque a ti me acojo; *
             dije al Señor: “Tú eres mi Soberano; no hay para mí bien fuera de ti”.
  2     Para los santos que están en la tierra, *
             y para los íntegros, es toda mi complacencia.
  3     Se multiplicarán los dolores, *
             de aquéllos que sirven diligentes a otros dioses.
  4     No ofreceré yo sus libaciones de sangre, *
             ni en mis labios tomaré los nombres de sus dioses
  5     Tú, oh Señor, eres la porción de mi herencia y de mi copa; *
             tú sustentarás mi suerte.
  6     Me toca una parcela hermosa; *
             en verdad, una heredad magnífica.
  7     Bendeciré al Señor que me aconseja; *
             aun en las noches me enseña mi corazón.
  8     Al Señor he puesto siempre delante de mí; *
             porque está a mi diestra no seré conmovido.
  9     Por tanto se alegra mi corazón, y se goza mi espíritu; *
             también mi carne reposará segura;
10     Porque no me dejarás al sepulcro; *
             ni permitirás que tu santo vea la fosa.
11     Me mostrarás la senda de la vida; *
             en tu presencia hay plenitud de gozo, deleites a tu diestra para siempre.

Nuevo Testamento: Hebreos 10:11-14 (15-18) 19-25

11 Todo sacerdote judío oficia cada día y sigue ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, aunque éstos nunca pueden quitar los pecados. 12 Pero Jesucristo ofreció por los pecados un solo sacrificio para siempre, y luego se sentó a la derecha de Dios. 13 Allí está esperando hasta que Dios haga de sus enemigos el estrado de sus pies, 14 porque por medio de una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los que han sido consagrados a Dios. 

[15 Y el Espíritu Santo nos lo confirma, al decir: 

16 «La alianza que haré con ellos 
después de aquellos días, 
será ésta, dice el Señor: 
Pondré mis leyes en su corazón 
y las escribiré en su mente. 
17 Y no me acordaré más de sus pecados y maldades.» 

18 Así pues, cuando los pecados han sido perdonados, ya no hay necesidad de más ofrendas por el pecado.] 

19 Hermanos, ahora podemos entrar con toda libertad en el santuario gracias a la sangre de Jesús, 20 siguiendo el nuevo camino de vida que él nos abrió a través del velo, es decir, a través de su propio cuerpo. 21 Tenemos un gran sacerdote al frente de la casa de Dios. 22 Por eso, acerquémonos a Dios con corazón sincero y con una fe completamente segura, limpios nuestros corazones de mala conciencia y lavados nuestros cuerpos con agua pura. 23 Mantengámonos firmes, sin dudar, en la esperanza de la fe que profesamos, porque Dios cumplirá la promesa que nos ha hecho. 24 Busquemos la manera de ayudarnos unos a otros a tener más amor y a hacer el bien. 25 No dejemos de asistir a nuestras reuniones, como hacen algunos, sino animémonos unos a otros; y tanto más cuanto que vemos que el día del Señor se acerca.

El Evangelio: Marcos 13:1-8

Al salir Jesús del templo, uno de sus discípulos le dijo: —¡Maestro, mira qué piedras y qué edificios! 

Jesús le contestó: —¿Ves estos grandes edificios? Pues no va a quedar de ellos ni una piedra sobre otra. Todo será destruido. 

Luego se fueron al Monte de los Olivos, que está frente al templo. Jesús se sentó, y Pedro, Santiago, Juan y Andrés le preguntaron aparte cuándo iba a ocurrir esto y cuál sería la señal de que todo esto estaría para llegar a su término. 

Jesús les contestó: «Tengan cuidado de que nadie los engañe. Porque vendrán muchos haciéndose pasar por mí. Dirán: “Yo soy”, y engañarán a mucha gente. 

»Cuando ustedes tengan noticias de que hay guerras aquí y allá, no se asusten. Así tiene que ocurrir; sin embargo, aún no será el fin. Porque una nación peleará contra otra y un país hará guerra contra otro; y habrá terremotos en muchos lugares, y habrá hambres. Eso apenas será el comienzo de los dolores.»

Más recursos para Propio 28B

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Las lecturas del Antiguo Testamento, el Nuevo Testamento y los Evangelios provienen de la Biblia Nueva Versión Estándar Revisada: Edición Anglicana, copyright 1989, 1995, División de Educación Cristiana del Consejo Nacional de las Iglesias de Cristo en los Estados Unidos de América. Usado con permiso. Todos los derechos reservados.

Las Colectas, Salmos y Cánticos son del Libro de Oración Común, 1979.

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