Sermones que Iluminan

Adviento 1 (A) – 2019

December 01, 2019


Los cristianos celebramos hoy, con el primer domingo de Adviento, el inicio del nuevo año litúrgico; es el tiempo que precede la Navidad y prepara el nacimiento y ad-venimiento de nuestro Señor Jesucristo. La lectura del evangelio de hoy se ubica en el último de los cinco sermones de Jesús en el Evangelio de Mateo: el discurso sobre el final de los tiempos o discurso escatológico. En efecto, el Adviento en sentido bíblico refiere a dos advenimientos o venidas del Señor: la primera ya ha tenido lugar en Belén de Judea con la Natividad; la segunda, es la llegada futura o “segunda venida” de Jesús al mundo instaurando un nuevo momento en la historia de la salvación.

Lo interesante es que, aunque ambas “venidas” son manifestaciones perfectas de Dios mismo habitando entre nosotros, pareciera que son enteramente opuestas. De hecho, suscitan en nosotros sentimientos y expresiones contrarias. La “primera” venida, la Navidad, es el amor y la ternura infinita de Dios que se dona al mundo; es generadora de alegría y se expresa con cosas sencillas alrededor de un recién nacido débil y vulnerable: pesebres, villancicos, comida, fiesta en las casas, reconciliación familiar. La “segunda” venida transmite una imagen para nada tierna; solemos decir que en ella Jesús vendrá con “poder y majestad” y que instaurará el “juicio de las naciones”; que significará la vida eterna para los salvados y el eterno sufrimiento para los condenados. Son imágenes realmente impactantes, que han atemorizado a la cristiandad de todas las épocas.

En este primer domingo de Adviento, preguntémonos ¿qué es lo que realmente quiso transmitir la comunidad cristiana de finales del siglo primero? ¿qué es lo que nos trata de enseñar el Maestro a través de esta palabra? ¿cómo podemos leer este discurso del fin de los tiempos en la perspectiva del Ad-venimiento del Hijo de Dios?

Las comunidades cristianas del contexto del evangelio de hoy son de origen judío, que han roto con el Templo y con las autoridades de Jerusalén, han sido expulsadas de las sinagogas y son perseguidas por los romanos. Han pasado más de ochenta años de la partida de Jesús. Son comunidades que viven desplazadas, rechazadas por los suyos, con temor y desesperanza. Esta inseguridad afecta sus creencias más firmes y hace que duden de su fidelidad al Señor resucitado.

Una de esas certezas tiene que ver con la esperanza en el pronto retorno de Cristo, su segunda venida. Y, aunque se vive una mentalidad apocalíptica, para estas comunidades cristianas no se trata del futuro, sino del presente que enfrentan y del juicio necesario ante la injusticia y persecución que experimentan. En medio de su crisis, esperan la inminente venida de Cristo resucitado. Pero pasan los años y el Señor no viene. La comunidad busca revitalizar su fe, busca fuerza y aliento, pero el Cristo resucitado parece no responder a su lógica inmediatista. Era evidente que su regreso se retrasaba más de lo previsto, que la espera se hacía demasiado larga.

¿Cómo mantener viva la esperanza?, ¿cómo no caer en el desaliento, el cansancio, la frustración? El evangelio de Mateo, en los capítulos 24 y 25, responde a esta situación manteniendo viva la esperanza, la resistencia y la responsabilidad de las comunidades cristianas en Palestina, invitando a los creyentes a mantenerse fieles a pesar de las circunstancias difíciles y la postergación de la segunda venida de Cristo.

El planteamiento central del evangelio de hoy es la preparación para la venida del Hijo del Hombre, cosa que se repite cuatro veces. Los discípulos habían preguntado a Jesús: ¿cuándo será tu venida? A lo que Jesús responde a partir de historias de la tradición y comparaciones pedagógicas: Noé y el diluvio universal, la cotidianidad de campesinos y campesinas palestinenses, la imagen nada tranquilizadora de un ladrón que amenaza a un padre de familia. Tres historias que son las claves para la interpretación del texto.

1. Escucha atenta. De entrada, Jesús nos recuerda la historia de Noé. Resalta la imagen de quienes estaban distraídos, atentos sólo a su interés particular, sin escuchar el anuncio de Noé, y a quienes les sobrevino de improviso el diluvio y mueren bajo las aguas. Es un recordatorio de la historia de Israel, de la necesaria escucha, obediencia y atención permanente a la voz de los profetas.

2. Sentido de la acción cristiana. La extraña historia de dos hombres y dos mujeres que realizan la misma labor y, sin embargo, unos son raptados y otros no, sin explicitar el por qué. Si lo único que señala de ellos es que hacían la misma cosa (trabajar el campo y moler), entonces hay que buscar explicación. Significa que hacer lo mismo no les garantiza ser “llevados” o arrebatados (a la manera del profeta Elías). Es una crítica al sistema moralista de comportamientos idénticos o repetitivos de las convenciones sociales. No se trata de hacer lo que otros hacen o hacer lo mismo para alcanzar unas promesas; lo esencial es hacerlo con buena intención, conciencia y con sentido.

3. Vigilancia, preparación y fidelidad. Por último, aparece un padre de familia que con su actitud vigilante logra hacer frente a la sagacidad de un ladrón que aprovecha cualquier descuido para hacer sus fechorías. Lo mismo que en las anteriores imágenes, aparece allí la sorpresa de lo inesperado, frente a la cual el evangelista destaca la preparación previa, la previsión. Lo central de la actitud del padre consiste en mantener y cuidar la casa, lo que representa la actitud de fidelidad y responsabilidad de quienes asumen la vigilancia y cuidado del Reino de Dios.

La conclusión del texto es clara: “Manténganse ustedes despiertos, porque no saben qué día va a venir su Señor”, “…estén preparados; porque el Hijo del hombre vendrá cuando menos lo esperen”. La clave de comprensión del texto no es el “cuándo” o el “cómo” vendrá el Señor, eso no es posible saberlo; es la atenta escucha a los profetas que anuncian la justicia y denuncian el pecado, la actitud de cuidado y el sentido de las acciones que hacemos en fidelidad al Reino. Los verbos velar, vigilar, estar preparados, adquieren aquí un sentido de estar despiertos y ser cuidadosos. “Vigilar” representa, en el sentido bíblico, cuidar y velar por la cercanía fraterna, la equidad y cuidado por el otro, el compromiso de amor y sanación de nuestras relaciones. Este texto invita a las comunidades del primer siglo a superar el inmediatismo. Lo importante es la actitud con que enfrentan su situación de exclusión y persecución, sin dejar de alimentar espiritualmente su cotidianidad.

Jesús viene este domingo de Adviento y al igual que a las primeras comunidades cristianas, nos invita a hacer memoria de la historia de salvación, asumir con sentido nuestro trabajo, hacernos cargo de la vida propia, de los demás y de la creación; nos invita a vivir como personas y comunidades en consonancia con el proyecto de vida del Reino. Este Adviento es la posibilidad de prepararnos para esperarle fielmente, despiertos, alertas; no angustiados ni con temor, sino actuando conscientemente, atentos a las voces de nuestro tiempo.

Preparémonos para recibir al Emmanuel, al Dios-con-nosotros. Avivemos nuestra fe y nuestra esperanza porque el Señor verdaderamente viene a nosotros. Así sea.

La Rvda. Loida Sardiñas Iglesias es diacona de la Diócesis de Colombia de la Iglesia Episcopal, donde ejerce su ministerio en la Misión San Juan Evangelista. Es Doctora en Teología de la Universidad de Hamburgo (Alemania), profesora de la Pontificia Universidad Javeriana y catedrática de la Universidad Santo Tomas, en áreas de Teología Sistemática, Ecumenismo y Diálogo interreligioso, Ética, entre otras.

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Contacto:
Rvdo. Richard Acosta R., Th.D.

Editor, Sermones que Iluminan

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