Sermones que Iluminan

Cuaresma 2 (A) – 2023

March 05, 2023

LCR: Génesis 12:1–4a; Salmo 121; Romanos 4:1–5, 13–17; San Juan 3:1–17

Las lecturas del Miércoles de Ceniza y del primer domingo de la Cuaresma nos invitaron a acompañar a Jesús camino hacia la cruz. Este segundo domingo de Cuaresma pone nuestra peregrinación en contexto.

La lectura del libro del Génesis menciona el épico viaje de nuestro padre en la fe, Abraham, quien escuchó la voz de Dios y aceptó formar parte del arriesgado pero fascinante plan de salvación del género humano. Nosotros formamos parte de esa tradición y estamos invitados a continuar ese viaje.

La estación de la Cuaresma es un tiempo de reflexión y profundización en el cómo entendemos nuestro discipulado y compromiso con Jesucristo. En la Iglesia primitiva, los catecúmenos (quienes se alistaban para recibir el sacramento del bautismo) vivían estos cuarenta días como la última parte del periodo de preparación para ser bautizados en el amanecer del domingo de Resurrección.

Muchas iglesias todavía recuerdan esa práctica durante la Cuaresma preguntándose: ¿Qué implica y cuál es el efecto del bautismo-discipulado? Significa que nosotros nacemos dentro de una familia que nos ayuda a encontrar esperanza en la noticia de una vida nueva. Esta vida nueva posiblemente esté llena de dificultades, pero nos ofrece la posibilidad de andar en el camino trazado por Jesucristo a quien nos unimos en su muerte y resurrección por la vivencia de dicho sacramento.

La primera lectura de hoy, del libro del Génesis, le permite a la Iglesia echar un vistazo a la historia del Pueblo de Dios como quien hojea un álbum familiar. Vemos el retrato de dos de nuestros ancestros, Abraham y Sara, con quienes nosotros, los cristianos, tenemos una relación estrecha. Sus relatos aparecen sólo después de las narraciones del diluvio y la torre de Babel. Esta última condujo a Dios a dispersar a la humanidad por toda la tierra. Sin embargo, es en ese preciso momento en el que Dios empieza a reunir a las gentes que están dispersas por el mundo entero. Lo hace escogiendo a Abraham, quien será conocido como el padre en la fe. De él y su esposa, Sara, Dios formará a su pueblo.

Mirando esta historia, en contraste con la visita de Nicodemo a Jesús y la invitación a nacer de nuevo, quizá pudiéramos llamarla: la primera versión del misterio del nuevo nacimiento. La historia ofrece una clara noción de que en esta nueva relación entre Dios y la humanidad, habrá muchas sorpresas. Abraham, quien parece no tener ningún conocimiento anterior de este Dios de peculiares características, sin pensarlo dos veces, empaca sus tiendas, reúne a toda su familia y se marcha hacia un territorio desconocido, sólo con las instrucciones que le brinda este Dios que se le presenta, lo escoge y lo llama.

En la carta a los Romanos, Pablo está ocupado en la explicación del pasaje de la primera lectura. Comenta que Abraham se convierte en la fuente de bendiciones para todos sus descendientes, porque tuvo fe en Dios. Fue la fe en Dios, y no el cumplimiento de la ley, lo que convirtió a Abraham en padre de “muchas naciones”.

El pasaje del Evangelio de Juan es quizá otra página de nuestro álbum familiar: Nicodemo aparece perplejo, como muchos de nosotros, ante las palabras de Jesús. Este líder de los judíos se acerca al verdadero maestro, Jesús. Mientras éste trata de explicar el misterio de ese “nosotros” que parece reunirnos a todos en una relación de amor, Nicodemo simplemente no puede entender la nueva doctrina.

Jesús habla, en primera instancia, de la humanidad a la que le ofrece vida nueva. Toda la humanidad puede entrar en el nuevo Reino, puede nacer de nuevo de lo alto, puede oír el viento soplando y puede alcanzar vida eterna. Luego Jesús habla de sí mismo, del papel que desempeña en el regalo de la nueva vida. Habla de aquél que bajó del cielo. Después habla de la serpiente que Moisés levantó en el desierto en contraste con su muerte en la que él mismo será levantado en el madero de la cruz. Entonces todo el que crea en él tendrá vida eterna.

El centro de toda esta conversación es que la vida nueva es posible para toda la humanidad porque Jesús tuvo la voluntad de ser elevado en la cruz, para luego ser resucitado y ascender al cielo. Al ser elevado, la humanidad recibe vida nueva.

Ojalá que todos nosotros nos preparemos para esa vida nueva que Dios nos ofrece. No perdamos la fe mientras caminamos por esta vida. Caminemos guiados por el ejemplo que nos dio Jesús.

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Contacto:
Rvdo. Richard Acosta R., Th.D.

Editor, Sermones que Iluminan

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