Sermones que Iluminan

Día de Acción de Gracias (C) – 2010

November 25, 2010

Preparado por la Rvda. Miguelina Howell
Deuteronomio 26:1-11; Salmo 100; Filipenses 4:4-9; Juan 6: 25-35

Hoy se celebra en Estados Unidos el tradicional y famoso día de Acción de Gracias.

En el contexto estadounidense, es bueno entender el trasfondo histórico de esta celebración, que no solamente enfatiza el dar gracias por las bendiciones recibidas, sino que se ha convertido en una oportunidad para el compañerismo y la unidad familiar.

Se podría decir que el entusiasmo y la logística de la cena del día de Acción de Gracias son similares a lo que en muchas culturas y pueblos latinos se conoce como la Cena de Nochebuena que tradicionalmente tiene lugar el día veinticuatro de diciembre en la Víspera de Navidad.

El Día de Acción de Gracias se celebró por primera vez en 1621 en la Colonia de Plymouth. Los colonizadores, conocidos como Peregrinos, salieron de Inglaterra debido a su deseo de separarse de la Iglesia establecida y adorar a Dios con sus propias expresiones litúrgicas y teológicas. Estos Peregrinos se establecieron en Holanda en el año 1608.

Fue entonces, en el 1620, cuando se embarcaron rumbo al Nuevo Mundo en busca de libertad de culto. Su intención era llegar a la Colonia de Jamestown en Virginia, pero una tormenta los desvió de su ruta y en noviembre del 1620 llegaron al norte de Massachussets a un lugar llamado Plymouth. Allí experimentaron un invierno de escasez y penurias, muriendo prácticamente la mitad de la colonia a causa del hambre y de varias enfermedades. Sin embrago, quienes sobrevivieron continuaron trabajando fuerte y en la primavera pudieron ver su primera cosecha de maíz.

Cuenta la historia que estos colonizadores se hicieron amigos de un indio guerrero llamado Squanto. Este indio les enseñó cómo sembrar y cultivar el maíz y los ayudó a establecer buenas relaciones con las tribus vecinas. Entonces en el año 1621 durante el otoño y después de una buena cosecha, el Gobernador Bradford proclamó “un día de dar gracias al Señor para que podamos de una manera más especial regocijarnos después de haber recogido el fruto de nuestro trabajo”.

Era tanta la felicidad que los Peregrinos invitaron a los indios vecinos a celebrar la fiesta juntos. Se cuenta que ellos compartieron pavos, gansos, maíz, langosta, calabazas y frutas secas.

Al año siguiente, debido a una mala cosecha y problemas con los indios, no les fue posible celebrar el Día de Acción de Gracias. Sin embargo, un año más tarde, en el 1623, en el mes de julio, el Gobernador proclamó el día treinta para la celebración de Acción de Gracias, celebrando el final de un largo periodo de sequía.

Después del 1623 la celebración fue irregular y se realizaba mayormente a manera regional. Luego en 1789, el Presidente de George Washington presentó un Acuerdo al Congreso para celebrar un día nacional de “dar gracias y oración pública”. Esta resolución se aprobó un veintiséis de noviembre del 1789, convirtiéndose este día en el primer Día Nacional de Acción de Gracias.

Durante los siguientes años aún no había un día nacional anual reservado para esta festividad. Sin embargo, en 1846, la Sra. Sarah Hale, editora de una revista para mujeres, lanzó una campaña para promover el Día de Acción de Gracias como fiesta nacional. Después de nueve años logró su objetivo y el Día de Acción de Gracias fue señalado como una fiesta nacional, justo antes de empezar la Guerra Civil.

El día 3 de octubre de 1863, el Presidente Abrahán Lincoln, expidió la primera proclamación del Día de Acción de Gracias desde 1789. Desde el tiempo de Lincoln, el presidente ha proclamado anualmente el cuarto jueves de noviembre como el Día de Acción de Gracias.

Hoy día, el Día de Acción de Gracias, sigue siendo un día de fiesta durante el cual las familias americanas se reúnen para compartir los frutos de una abundante cosecha o cualquier símbolo de prosperidad y para dar gracias a Dios por sus bendiciones en sus tierras.

Es bonito y agradable que la sociedad organizada nos invite a observar un día para dar gracias a Dios. Sin embargo, la palabra de Dios nos insta a dar gracias en todo momento y cada día no solamente en un día designado para ello.

La Palabra de Dios nos exhorta a que la acción de gracias sea parte de nuestro estilo de vida cristiano. Hay tantas cosas por las cuales tenemos que dar gracias a Dios, gracias por ver el sol cada día, gracias por nuestra familia, por nuestros amigos, nuestra salud, gracias por la oportunidad de trabajar y proveer para nuestros seres queridos, gracias por el privilegio y la bendición de servirle y conocerle. Hay tantas por las que elevar una constante oración de acción de gracias que no tendríamos tiempo para enumerarlas.

La lectura de la Epístola de San Pablo a los Filipenses nos invita a no preocuparnos por nada, sino que con toda súplica y oración presentemos nuestras preocupaciones a Dios con acción de gracias. San Pablo nos exhorta a dar gracias aún en los momentos difíciles. Es una invitación a ver el vaso medio lleno en lugar de medio vacío y contar nuestras bendiciones.

La lectura del Deuteronomio del Antiguo Testamento nos exhorta a darle a Dios, en acción de gracias, una ofrenda de los primeros frutos. Muchas de nuestras congregaciones están realizando la campaña de otoño de la mayordomía del tesoro como parte del proceso de preparar el presupuesto para sostener la vida y misión de la iglesia para el próximo año. Este es un buen momento para reflexionar en las bendiciones que hemos recibido y cómo podemos contribuir a la expansión del Reino, aportando de aquello que hemos recibido.

En este proceso de mayordomía de nuestro tesoro, es importante recordar que todo lo que recibimos proviene de Dios y hemos de darle gracias por todo en todo momento, expresando esa gratitud con acciones concretas de compromiso y mayordomía cristiana.

Que Dios Todopoderoso nos ayude a siempre dar gracias en todo momento y a expresar nuestra fe a través de la mayordomía de nuestro tiempo, talento y tesoro.


— La Rvda. Miguelina Howell (Espinal) es oriunda de La República Dominicana. Sirve como encargada de la Iglesia de la Epifanía en la Diócesis de Newark. Fue miembro del Consejo Ejecutivo de la Iglesia Episcopal, tiene quince años de experiencia trabajando con el ministerio de jóvenes y sirvió como coordinadora del ‘esfuerzo de la búsqueda del liderazgo pastoral’ (PLSE) para los que trabajan en la Oficina de la Obispa Primada.

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Contacto:
Rvdo. Richard Acosta R., Th.D.

Editor, Sermones que Iluminan

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