Sermones que Iluminan

Epifanía 4 (A) – 29 de enero de 2023

January 29, 2023

LCR: Miqueas 6:1–8; Salmo 15; 1 Corintios 1:18–31; San Mateo 5:1–12

Los Domingos, durante la Santa Eucaristía, después del sermón oramos el Credo. Decimos que “Creemos en la Iglesia que es Una, Santa, Católica y Apostólica”. Pero ¿por qué decimos que la Iglesia es Santa? ¿Porque los obispos, sacerdotes o diáconos son santos?, ¿porque todos los miembros de la Iglesia, los bautizados, somos santos? Vamos a lo básico: ¿Qué significa ser santo o santa?

Un día en una clase de confirmación un sacerdote preguntó: ¿Qué es un santo? Una señora dijo: “los que están en las estampitas a los que uno les reza, que tienen sus manos juntas, sus ojos mirando al cielo como en éxtasis y cara como si estuvieran perdidos”; otro respondió: “son los que hacen milagros”; alguien más dijo: “son personas que están en el cielo, cerquita de Dios, por eso las iglesias llevan sus nombres, hay estatuas de ellos y días en los que se les recuerda”. Si nos hicieran esa pregunta hoy seguramente responderíamos así o con una mezcla de las tres respuestas.

En otra ocasión, el día de todos los Santos, una sacerdote estaba predicando; decía que un día, en la escuela dominical, hizo la pregunta a los niños sobre qué era un santo, y una respuesta le llamó la atención. Un niño de 6 o 7 años dijo que los santos eran los que estaban en las ventanas de la Iglesia, los vitrales. Con esta imagen, la sacerdote explicó, con emoción, como los santos eran aquellos que dejaban pasar la luz de Cristo a través de sus vidas, iluminando a toda la Iglesia, y que cada santo le daba un color particular a aquella luz que venía de Dios. ¡Que imagen más linda!

Por más que estas explicaciones sean comunes o muy bellas e inspiradoras, ellas no agotan lo que significa para nosotros ser santos. Si vemos los vitrales o las estampitas y estatuas de nuestras Iglesias los santos parecen personas de otros siglos, muy distantes e intocables, personas excepcionales y fuera de lo común. Por eso debemos mirar con detenimiento las lecturas del día de hoy, para buscar luces con respecto a lo que significa ser santos. 

La carta de San Pablo a los Corintios es muy interesante para este fin: “Hermanos, deben darse cuenta de que Dios los ha llamado a pesar de que pocos de ustedes son sabios según los criterios humanos, y pocos de ustedes son gente con autoridad o pertenecientes a familias importantes. Y es que, para avergonzar a los sabios, Dios ha escogido a los que el mundo tiene por tontos; y para avergonzar a los fuertes, ha escogido a los que el mundo tiene por débiles”. Los santos no son personas extraordinarias, son personas del común como las que van por la calle en este momento o como los que estamos reunidos acá en oración este Domingo. Los santos no son personas caídas del cielo, sino personas que como nosotros tuvieron problemas, dificultades, que les pusieron obstáculos, pasaron hambre, necesidades y tentaciones. Sin embargo, son personas que sin ser sabias, sin pertenecer a familias importantes, siendo débiles y experimentando las tentaciones cara a cara, hicieron cosas extraordinarias.

Todos podemos ser santos, es más, estamos llamados a ser santos. La santidad es una vocación, un llamado que Dios nos hace a todos. No tenemos que haber nacido en una familia adinerada, ni ser sacerdotes o monjes o monjas para serlo. Desde nuestro trabajo, así sea el más humilde, estamos llamados a ser santos. Si eres un abogado, estás llamado a ser un abogado Santo; si eres médica, estás llamado a ser una médica santa; si eres un ingeniero o ingeniera, estás llamado a ser un ingeniero santo; si eres un trabajador del campo, estás llamado a ser un santo campesino. Todos, blancos o negros, latinos o anglos, documentados o indocumentados, heterosexuales o miembros de la comunidad LGBTQ+, todos, sin excepción, podemos ser santos.

Y ¿cuál es el camino que debemos recorrer para ser santos? Pablo nos da el punto de partida: “El mensaje de la muerte de Cristo en la cruz parece una tontería a los que van a la perdición; pero este mensaje es poder de Dios para los que vamos a la salvación”. El punto de partida es tener fe en Cristo y, de forma particular, en Cristo crucificado. Nadie puede llegar a la santidad sin entender que no es por nuestros medios que llegamos a ser santos, sino porque Dios nos ama. Si llegamos a ser santos es porque Dios nos amó hasta el extremo de enviar a su Hijo, Jesús, para que muriera en una cruz por amor a nosotros, no porque seamos muy buenos y hayamos puesto todo nuestro empeño en lograrlo, sino porque Dios nos ama a todos sin distinciones; no ama sólo a los que vienen a misa el Domingo, o a los que vienen a esta Iglesia, o a los que son cristianos, o a los que están al día en su mayordomía y ofrendan cada domingo. Dios ama a todos, cristianos o no, los que van a esta Iglesia o a otra, los que piensan distinto y aman distinto; Dios ama a todos porque “hace que su sol salga sobre malos y buenos, y manda la lluvia sobre justos e injustos”.

La forma en que nos hacemos santos, finalmente, es viviendo en nuestro día a día la alegría que Jesús manifiesta en el evangelio de Mateo que leímos el día de hoy:

  • “Dichosos los que tienen espíritu de pobres”, porque no se apegan a las cosas;
  • “Dichosos los que sufren”, porque sus sufrimientos se unen a los de Cristo en la cruz, se compadecen con los sufrimientos de los demás y buscan que otros no sufran;
  • “Dichosos los humildes”, porque no se creen ni mejor ni peor que nadie, simplemente saben que ocupan un lugar en el mundo desde el cual pueden hacer mucho bien;
  • “Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia”, porque buscarán hacer justicia no sólo para ellos mismos, sino para todos los seres humanos cuyos derechos son menospreciados;
  • “Dichosos los compasivos”, porque sienten en su propia carne los sufrimientos de otros y buscan apoyarles, aliviarles y consolarles;
  • “Dichosos los de corazón limpio”, porque no tienen dobles intenciones, ni le hacen mal a los demás, sino que ven a Dios en todos y son capaces de servirle;
  • “Dichosos los que trabajan por la paz” y “por hacer lo que es justo”, porque están construyendo el Reino de Dios en medio del mundo;
  • “Dichosos cuando la gente los insulte y los maltrate, y cuando por causa mía los ataquen con toda clase de mentiras”, porque están anunciando el mensaje de Jesús, que es un mensaje de amor para todo el mundo, un mensaje que a muchos no les gusta.

En este Domingo pidamos a Dios que nos ayude a ser santos, reconociendo que todos podemos serlo; que si somos santos es por gracia del Padre que nos amó primero; que somos santos haciendo lo que Jesús nos dice y, finalmente, que es el Espíritu Santo, el regalo de Dios que recibimos en el bautismo, aquel que nos mueve a la santidad. Amén.

El Rvdo. Nelson Serrano Poveda, es Presbítero en la Diócesis Episcopal de San Joaquín y Misionero Hispano de la misma Diócesis. Psicólogo de la Universidad Nacional de Colombia, y Master of Arts in Religion de Trinity School for Ministries.

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Contacto:
Rvdo. Richard Acosta R., Th.D.

Editor, Sermones que Iluminan

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