Sermones que Iluminan

Navidad (I) – 2014

December 26, 2014


Quizás al leer, una y otra vez, la narración de la natividad que nos presenta el evangelista Lucas, podamos quedar atrapados o perturbados en este versículo en particular: “No había sitio para ellos en la posada”. Es posible que otros versículos nos llamen la atención más, pero éste, en particular, nos puede ilustrar más detenidamente la intención que Lucas nos quiso transmitir.

Probablemente este versículo haya sido uno de los más usados para dar cabida a la inspiración y a la imaginación cristiana durante siglos. Ha inspirado miles de sermones, liturgias, canciones y libros de Navidad. Este versículo, en particular, ha inspirado a generaciones de poetas, músicos y artistas, tratando de comprender el misterio que encierra este evento navideño.

Lucas, en su narración de la natividad, es muy concreto y no nos da más detalles salvo que no hubo lugar para José y María en la posada. Sólo podemos imaginar la escena desplegada alrededor de este versículo en particular.

Podemos ver a José y María muy cansados y agotados por el viaje, recorriendo los caminos polvorientos y abandonados que solo son posibles en el desierto en su camino a la ciudad de David, llamada Belén, para cumplir con lo que el profeta Miqueas había ya anunciado: “En cuanto a ti, Belén Efrata, que no destacas entre los clanes de Judá, sacaré de ti al que va a ser soberano de Israel” (Miqueas 5:2).

Sólo podemos imaginar cuán cansados José y María estuvieron después de caminar muchos kilómetros a pie. ¿Cómo pasaban la noche durante su recorrido antes de llegar a Belén? ¿Se tuvieron que cuidar de ladones, o maleantes durante su trayecto? ¿Se tenían que cuidar de serpientes o animales ponzoñosos en su camino? ¿Tendrían un burro como única forma de transporte? Esto nunca lo sabremos. Lucas no menciona estos detalles en su narración.

Además la distancia desde Nazaret hasta Belén es un poco más de ciento sesenta kilómetros, similar a cualquier distancia entre nuestras ciudades. En auto, esta distancia se puede recorrer en menos de dos horas. Incluso para los estándares modernos, completar un viaje a pie de esta magnitud nos tomaría varios días.

Nosotros sólo podemos presumir imaginar que José y María llegaron al pueblo desolado de Belén en medio de la noche, bajo un cielo oscuro lleno de millones de estrellas radiantes; los perros a la distancia ladrando y el sonido de grillos alrededor de ellos, se hacía más intenso al irse acercando a la posada. Pero eso sí, sólo sabemos por la narración de Lucas que cuando llegaron, “no había sitio para ellos en la posada”.

Doce días antes de Nochebuena es muy común, y cada vez está tomando más auge, la celebración de “Las posadas” en la Iglesia Episcopal. “Las posadas”, son una tradición que se inició en México a finales del siglo XVI y que ahora se celebra en muchos países de América Latina y comunidades en Estados Unidos.

“Las posadas” representan el viaje que José y María hacen Belén. Las posadas se basan en la idea de la recreación de la búsqueda de refugio en la noche, así la gente puede experimentar de una manera única las dificultades del viaje que José y María enfrentaron.

También es una manera de ver cómo muchas puertas, a veces, se nos cierran al final del viaje. En esta recreación, María y José buscan un lugar para quedarse y dos grupos de personas cantan estribillos, que son básicamente un intercambio entre José y el hostelero. Al final de la canción el hostelero reconoce a María y José, como los santos peregrinos, y hace una reparación por su rechazo inicial haciendo énfasis en que no los conocía, diciendo: “Entren santos peregrinos, reciban este rincón aunque es pobre la morada, se la doy de corazón”.

Pero, a pesar de lo que ilustran todas las imágenes tradicionales sobre las escenas navideñas, nosotros no podemos estirar demasiado la ilustración que Lucas nos está dando en su narración.

Lucas es muy breve en la descripción del nacimiento de Jesús. Sólo sabemos que mientras José y María estaban en Belén, María dio a luz a su hijo primogénito y lo envolvió en pañales o bandas de tela y lo acostó en un pesebre. Lucas no nos da más detalles, no nos dice por qué no había lugar para ellos en la posada y el hostelero, como personaje característico al momento de cantar las tradicionales “posadas”, nunca es mencionado.

A medida que la historia de la natividad es contada una y otra vez, varios comentarios bíblicos sugieren que la traducción alternativa de “posada” que usa Lucas podría ser “cuarto de huéspedes “ o “casa”. Esta palabra griega de “posada” que Lucas utiliza en esta narración, es la misma que Lucas emplea en su narración cuando Jesús envió a Pedro y Juan en busca del “cuarto de huéspedes” en preparación para la Pascua con sus discípulos (Lucas 22:11).

Según la interpretación de la palabra “posada”, en este contexto, es sumamente posible que no hubo una falta de hospitalidad por parte de la posada local, es posible que el problema hubiera sido, que había simplemente demasiadas personas ya hospedadas en la casa, lo que obligó a José y a María a buscar refugio en un pesebre afuera de la misma.

A todo esto nos preguntamos ¿cuál es el mensaje que intenta transmitir Lucas cuando menciona que, “no había sitio para ellos en la posada?” Tal vez el hecho de que no había lugar para ellos en la posada podría verse como una parábola del alma humana.

¿Me pregunto cuántas veces nosotros nos cerramos a las posibilidades que se presentan frente a nosotros de dar la bienvenida y recibir al Dios encarnado? Este es un Dios que es el origen y sentido de toda la vida, que se reveló a sí mismo en un bebé indefenso que llega al mundo inadvertido en el establo de un pueblo insignificante.

Me pregunto ¿cuántas veces hemos cerrado la puerta al Dios amoroso que nos sale al encuentro donde menos lo esperamos? ¿Es posible que podamos reconocer su presencia divina?

Cuando el ángel del Señor se apareció a los pastores y les dio la buena noticia de que el Salvador, el Mesías, el Señor había nacido en la ciudad de David, los pastores fueron a buscar a este niño, fueron al encuentro del Dios encarnado. Fue su propia iniciativa el embarcarse en su viaje a Belén.

¿Podemos nosotros tomar la misma iniciativa, abrir nuestras puertas e ir a donde Dios viene a nuestro encuentro? ¿Podemos tomar la misma iniciativa, abrir nuestras puertas y decir, en mi casa hay muchas habitaciones, ven y quédate conmigo? ¿Podemos estar verdaderamente abiertos y decir… hay un lugar para ti, eres bienvenido?

En esta Nochebuena sí somos capaces de hacer esto. Puede ser muy difícil, pero somos capaces de decir, ven, te hemos estado esperando. ¡Eres bienvenido!

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Contacto:
Rvdo. Richard Acosta R., Th.D.

Editor, Sermones que Iluminan

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