Sermones que Iluminan

Pentecostés 21 (C) – 30 de octubre de 2022

October 30, 2022

LCR: Isaías 1:10-18; Salmo 32:1–7 [= 32:1–8 LOC]; 2 Tesalonicenses 1:1–4, 11–12; San Lucas 19:1–10

“Hoy ha llegado la salvación a esta casa.” Con estas palabras, Jesús anuncia una nueva vida para Zaqueo, el recaudador de impuestos, y un nuevo comienzo para el pueblo de Dios.

La salvación, como lo indica aquí el evangelista Lucas, implica un cambio integral y radical en todas las esferas de la vida: espiritual, emocional, social, sociológica, física y, aun, económica. Al recibir a Jesús en su casa, es decir, al abrir las puertas de su hogar, la vida de Zaqueo cambia totalmente, descubre que necesita vivir en justicia y en verdad como lo pedía la ley de Israel; por eso devuelve no sólo lo que había robado, sino cuatro veces más, como lo determina el libro del Éxodo en el capítulo veintiuno. Zaqueo encuentra que la salvación es alegría y generosidad. De ahí que decide repartir la mitad de sus bienes entre los necesitados, para que haya alegría no sólo en su corazón, sino también en la vida de todas las personas a su alrededor. Estas acciones nos llevan a comprender que salvación es aprender a vivir en paz y sin enemigos, es rehacer amistades y reestablecer relaciones rotas, ser leal al pueblo, al país y a la cultura, arreglar la vida individual y ayudar a un cambio social. La conversión individual se hace colectiva y beneficia a todos los seres humanos.

Zaqueo, nos dice la Palabra, tenía muchos bienes. Era el “jefe de los que cobraban impuestos para Roma.” Vivía en Jericó, una ciudad comercial donde se movía y recaudaba mucho dinero. Pero no vivía del todo bien, seguramente que no; por esto quería acercarse a Jesús. Corre adelante para poderlo ver y luego se sube a un árbol. Esto no era mera curiosidad, sino necesidad y urgencia. Jesús iba pasando por las calles de la ciudad y Zaqueo sintió que era su oportunidad para cambiar de vida. Y Jesús lo sorprende: “…hoy tengo que quedarme en tu casa”. Jesús no sólo le mira subido en el árbol, sino que ve la intención recta de su corazón, un corazón bondadoso que estaba perdido y que debía ser salvado.

Y añade Jesús: “este hombre también es descendiente de Abraham”. Esto significa que lo hace nuevamente heredero de las promesas de Dios hechas al patriarca de todas las generaciones de la tierra; tan heredero como los demás hebreos que estaban criticando su actuar en ese momento. Jesús le devuelve su dignidad perdida por aliarse con el robo y la explotación de su propio pueblo. Jesús no le dice: “eres heredero, pero no vas a recibir lo mismo que otros porque has fallado a tu pueblo”, sino: “eres también un descendiente de Abraham”, por tanto, eres heredero con los mismos derechos y deberes que tienen los demás. Ésta es la gran novedad del perdón de Dios. Devuelve la dignidad totalmente. En el mundo no hay unos con más dignidad que otros, o la tienes o no; y si la tienes es igual a la de los demás. Y si la has perdido, puedes recuperarla.

Ésta es la nueva vida que Jesús le regala a Zaqueo, pero es también el nuevo comienzo para el pueblo de Dios que Jesús había guiado desde Galilea a Jericó en su viaje hacia Jerusalén. En el camino había venido enseñando, sanando, confrontando, formando y haciendo nuevas discípulas y discípulos. Recordemos que, por esta ciudad, el pueblo de Israel había entrado a la tierra prometida, guiados por Josué. Esta vez es el mismo Jesús, el Señor, quien ingresaba como nuevo líder de un nuevo pueblo de Dios, no a heredar ya una tierra que “manaba leche y miel,” sino a inaugurar el reino de Dios, que es “en el cielo como en la tierra”, universal en el espacio y en el tiempo, desde Jerusalén para el mundo y desde el “ahora y todavía no” hasta que llegue el tiempo de plenitud.

La palabra de hoy nos invita a orar y a celebrar. A orar porque sabemos, con tristeza, que han aumentado el número de “Zaqueos” en el mundo que siguen explotando a la humanidad y al medio ambiente, que engañan y comercializan con armas y drogas cegadoras de la vida de millones de inocentes de todo el planeta. Estos “Zaqueos” han perdido la curiosidad de una fe necesaria que los lleve al encuentro con Jesús. Como personas de fe, tenemos la esperanza de que nuestra oración lleva al cambio de corazón de esos “Zaqueos” de hoy, para que se unan a los aliados de la causa de Jesús, y devuelvan y redistribuyan sus riquezas que ayudarían a disminuir el hambre, la violencia, las olas migratorias, el calentamiento de la tierra, y así contribuyan a la recuperación de la alegría y seguridad de todos. Por eso oramos.

Y a celebrar, porque también nosotros somos parte de esta historia de Zaqueo. Al darle vida a esta historia, leída hoy en comunidad de fe, Jesús nos ofrece la misma salvación que concedió a Zaqueo. Él quiere hospedarse en nuestra casa porque en él hay abundancia y fiesta de amor. Su presencia nos da el poder y la confianza para compartir. Su salvación trae a nuestros hogares sanación, trabajo, documentos para trabajar y vivir con dignidad. Celebremos porque todos nosotros, al igual que Zaqueo, somos beneficiarios de este anuncio de Jesús: “Hoy ha llegado la salvación a esta casa.” Amén.

El Rev. Fabio Sotelo es Sacerdote encargado de la Iglesia San Eduardo, en Lawrenceville, Georgia, miembro del Comité Permanente y de la Comisión de Ministerios Diocesanos. Recibió una maestría en Filosofía y Literatura de la Universidad Santo Tomas de Bogotá, Colombia, una maestría en Teología de la Universidad de Santa María, Emmitsburg, Maryland y, actualmente, adelante un Doctorado en Liturgia en la Universidad del Sur, Suwannee, Tennessee.

¡No olvide suscribirse al podcast Sermons That Work para escuchar este sermón y más en su aplicación de podcasting favorita! Las grabaciones se publican el jueves antes de cada fecha litúrgica.

 
 
 
 
 
 
 
 

Contacto:
Rvdo. Richard Acosta R., Th.D.

Editor, Sermones que Iluminan

Click here