Sermones que Iluminan

Presentación del Señor – 2020

February 02, 2020


Episcopal Sermon Presentación¡Feliz día de la Candelaria! 

Hoy, febrero 2, en diferentes partes del mundo latino, encendemos grandes fogatas para iluminar la noche y bendecimos velas o candelas, al celebrar la llegada de la Luz de Dios, la verdadera luz, el verdadero fuego que ilumina a toda persona que nace en este mundo; se trata de la Palabra hecha carne, Jesús el Cristo.

Ya celebramos, hace más de un mes, su nacimiento en Belén; hoy celebramos su presentación en el Templo, cuarenta días más tarde, tal como exige la ley de Moisés en caso del primer hijo varón, que tenía que ser presentado y dedicado a Dios. Llenos de luz, compartimos su esplendor, ahora que el cielo está cada día más brillante y los días se alargan (como sucede en el hemisferio norte). Porque como el anciano Simeón, nosotros también hemos visto y damos testimonio de la salvación que Dios está llevando a cabo ante todos los pueblos: la luz que alumbra a las naciones y que es la gloria de Israel.

Nosotros también estamos resplandecientes y por eso nos unimos a Simeón para recibir a la Luz de las naciones aquí, hoy, en nuestras propias manos y almas, en la santa comunión. Nos alegramos con Simeón y le damos gracias a Dios, creador de la luz, quien nos envió su Luz para disipar las tinieblas y compartir con nosotros el esplendor de su divinidad.  Nos alegramos porque hemos visto la salvación, y la sanación de Dios en Cristo.  Y, tal como Simeón fue librado de las ataduras de esta vida una vez vio al Señor, nosotros también somos librados del pecado cuando ponemos nuestra confianza en él, que es la Luz del mundo. Hemos recibido esta Luz por la fe, es decir a través de nuestra confianza en Dios, la hemos profesado en el bautismo, la recibimos en nuestras manos y corazones en la comunión y somos enviados a llevarla día tras día al mundo que nos rodea.

 

¡Qué cosa asombrosa! El Señor no entró al Templo, en esta ocasión, en toda su gloria, con la nube luminosa o como fuego purificador, como antes había deseado el profeta Malaquías, para reformar un sacerdocio corrupto, perezoso, desanimado, de pocos medios, con el culto en descuido y ofrendas defectuosas. ¡No! esta vez la Luz vino en carne humana, un bebé pobre e indefenso. Se podría pensar que es “fácil” resistir el día de su venida, pues se trata de un “bebé pobre”; que es fácil ignorarlo, porque es indefenso. Con todo, llega contra los que oprimen al trabajador, a la viuda y al huérfano; contra los que abusan de los inmigrantes sin temor de Dios, contra los que van destruyendo la creación de Dios causando la crisis ambiental; llega compartiendo nuestra carne y sangre para destruir, por su vida y muerte, los poderes que nos abusan y nos matan a nosotros y a las otras las criaturas de Dios; llega para librar a quienes están esclavizados por los poderes del mal y de la muerte y para iniciar una nueva creación.

Para esto fue necesario que llegara como uno de nosotros en todos los aspectos, excepto en el pecado. Observó la ley de Moisés y la trascendió llevándola a plenitud cuando se ofreció a sí mismo en la cruz como ofrenda sagrada a Dios, de una vez por todas.

Por esto los ojos humanos no ven su gloria y, José y María, aunque saben que es el Hijo de Dios, se quedan admirados cuando el anciano Simeón les dice: “este niño está destinado a hacer que muchos en Israel caigan o se levanten. Él será una señal que muchos rechazarán, a fin de que las intenciones de muchos corazones queden al descubierto.” No seamos los que lo rechazan. No seamos los que lo niegan sino, como Simeón, recibamos en nuestros brazos a quien es la Luz del mundo y esperanza de las naciones.

Finalmente, el anciano Simeón dice a María: “Pero todo esto va a ser para ti como una espada que atraviese tu propia alma.” Es como si le hubiese dicho: Y a ti, María, te va a doler mucho todo esto; este muchachito va a ser controversial; esto va a ser difícil para ti también.

Pero ¿por qué arruinar una escena tan linda con tan mala noticia? ¿Por qué tiene que decir tal cosa el anciano Simeón? Porque la Biblia siempre es “realista”. Este niño pobre, éste que es el Mesías, el Cristo, el escogido de Dios para salvar al mundo, anunciará el perdón incondicional de Dios a todos, se unirá a los pobres, a los extranjeros y a los leprosos proclamando el reino de Dios y combatirá las fuerzas del mal y de la muerte, comenzando así una nueva creación, un nuevo mundo de justicia y paz. Esto le va a costar caro. Su ministerio será controversial. Lo odiarán sin razón y lo colgarán en una cruz. Ésta es la verdad.

Nosotros, que somos miembros de su cuerpo resucitado, también fuimos presentados ante Dios en el bautismo y, hasta hoy, cada vez que caemos nos presentamos ante él para recibir su inacabable perdón. Por tanto, nos presentamos con confianza a la Santa Mesa, para recibir la Luz en nuestras manos, y salimos al mundo a compartirla con todos los que viven y sufren en la oscuridad. También somos llamados a anunciar un mundo nuevo de verdad, justicia, paz y amor; a unimos a los pobres y menospreciados, a combatir las fuerzas del mal, el odio y la muerte; y también tendremos, quizás, el honor de ser controversiales. Quizá también nos odien sin razón. De todas maneras, al igual que nuestra cabeza, la Luz del mundo, día a día iremos creciendo en sabiduría y en el favor de Dios. Amén.

El Dr. Oliver es el Guardián del Libro de Oración Común y Presidente del Equipo de Trabajo para Traducciones Litúrgicas de la Comisión Permanente de Liturgia y Música de la Iglesia Episcopal.

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Contacto:
Rvdo. Richard Acosta R., Th.D.

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